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Microplásticos en dos cuencas de Buenos Aires

 


Detectan contaminación con microplásticos en aguas de dos cuencas bonaerenses

Fecha de Publicación
: 09/11/2023
Fuente: Diario El Argentino
Provincia/Región: Buenos Aires


El trabajo analizó además la efectividad de las plantas de tratamiento de aguas para removerlos y detectó que las instalaciones de saneamiento removieron hasta un 70% de la contaminación.
Un grupo de estudio de la Facultad de Agronomía de la UBA (Fauba) detectó la contaminación por microplásticos en todas las muestras que tomó de arroyos y plantas de tratamiento de efluentes en aguas de las cuencas del Río Matanza-Riachuelo y del Reconquista en la provincia de Buenos Aires.
El trabajo analizó además la efectividad de las plantas de tratamiento de aguas para removerlos y detectó que las instalaciones de saneamiento removieron hasta un 70% de la contaminación, informó el sitio Sobre La Tierra (SLT-Fauba).
“Los microplásticos son plásticos de menos de 5 milímetros de diámetro. A veces se elaboran en esos tamaños, y otras, surgen cuando se degradan plásticos más grandes”, dijo Santiago Goin, egresado de la Licenciatura en Ciencias Ambientales de la Fauba.
Explicó que “desde hace más de 50 años, el plástico se produce y se usa cada vez más, y por eso, aumentó su presencia en diferentes ambientes y comenzó a provocar efectos tóxicos en los organismos que los ingieren”, y agregó que “además, se asocian con otros contaminantes, como metales pesados, y los transportan. Sin embargo, en la Argentina hay pocos estudios sobre esta problemática”.
“En la cuenca del río Matanza-Riachuelo evaluamos el estado de contaminación de muestras de agua de zonas rurales e industriales. En las 12 muestras tomadas encontramos microplásticos, y la concentración promedio fue 241 micropartículas por litro de agua”, precisó.
Las dos plantas de tratamiento de agua de las cuencas de los ríos Matanza-Riachuelo y Reconquista reciben millones de litros de efluentes domiliciarios, reducen su contaminación y luego los liberan a otros cuerpos de agua.
“En ambas los detectamos en la entrada, en los procesos intermedios y en la salida, y encontramos que los removieron entre un 50 y un 70%. Las concentraciones de microplásticos que salen de estas plantas se encuentran dentro de los valores que liberan otras plantas del mundo”, remarcó Goin.
También que en el microscopio observó una gran variedad de texturas y colores de plásticos como PVC, PET y poliéster.
“Las partículas que más vimos en todas las muestras fueron fibras plásticas textiles que provienen principalmente de la ropa. Entran en el agua cuando la lavamos y van hacia la planta de tratamiento”, subrayó.
Martha Bargiela, docente de la cátedra de Química de Inorgánica y Analítica de la Fauba y directora de la tesis de Goin, indicó que los microplásticos “se detectan en sedimentos, aguas y suelos de cuencas urbanas” y sostuvo que también se encuentran “en áreas rurales”.
“En zonas hortícolas se trabaja mucho con invernáculos, cuyos plásticos se degradan y alcanzan suelos y aguas”, ejemplificó.
La especialista destacó que “los microplásticos, al igual que otros contaminantes emergentes, no se consideran en la legislación del país”, y manifestó que “cuando llegue el momento de plantear las normativas tenemos que contar con la mayor información posible, conocer los tipos y niveles de contaminación, sus efectos tóxicos y las posibles remediaciones”.
Comentó que en cuanto a la gestión de los microplásticos, además de restringir su uso o reemplazarlos por otros materiales, a nivel global se trabaja para remediarlos.
“En particular, se plantea usar árboles para llevar adelante una fitorremediación. Algunos son capaces de retener estos contaminantes en las raíces o de absorberlos en otros tejidos”, concluyó.
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Calidad del aire en CABA: piden elevar estándares

 


Advierten sobre la necesidad de elevar los estándares para medir la calidad del aire en CABA  

Fecha de Publicación
: 17/08/2023
Fuente: Página 12
Provincia/Región: Capital Federal


Especialistas en climatología y ciencias ambiente de la UBA advirtieron que “es necesario establecer medidas más restrictivas” a la hora de evaluar la calidad del aire de la Ciudad de Buenos Aires afectada de manera recurrente por el humo de los incendios forestales cercanos, y “mejorar la gestión de los problemas sanitarios relacionados con esta problemática”.
“Es necesario establecer medidas más restrictivas para la ciudad y mejorar la gestión de los problemas sanitarios relacionados con esta problemática, en especial para las personas con afecciones respiratorias o cardíacas”, dijo Leonardo Serio, docente de Climatología y Fenología Agrícolas de la Facultad de Agronomía (FAUBA) al portal Sobre la Tierra de esa facultad.
En su artículo “Incendios y calidad del aire: Un vínculo inquietante en la Ciudad de Buenos Aires”, el periodista Pablo Roset se mete con la aparente contradicción que representan reportes que hablan de una calidad del aire “bueno” o “muy bueno” para días en que “el humo de los fuegos en zonas cercanas a CABA contamina la atmósfera y causa problemas sanitarios en la población”.
Usando datos de múltiples fuentes, un estudio de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) halló una relación estrecha entre los incendios, la dirección del viento y los picos de partículas de humo en el aire de la ciudad.
“En la Ciudad de Buenos Aires se mide a diario el nivel de varios contaminantes del aire que, según la OMS, representan un riesgo para la salud de los seres vivos. Uno de ellos es el material particulado en suspensión, que aunque es microscópico, en altas concentraciones se hace visible. Esto sucede cuando, por ejemplo, hay humo de incendios en la región”, explicó Leonardo Serio, docente de Climatología y Fenología Agrícolas (FAUBA).
En este sentido, Serio remarcó que en los últimos años, durante ciertos días, la ciudad se vio literalmente cubierta por un manto de humo proveniente de fuegos en pastizales del Delta del Paraná y de zonas aledañas a la Capital Federal. Eso, sumado a la persistencia de vientos desde esas regiones, aumentó los niveles de contaminación atmosférica, sobre todo con material particulado.
“Para comprender mejor este problema, realizamos un estudio con datos registrados en las tres estaciones de monitoreo de la ciudad, información satelital de los incendios y registros meteorológicos. También examinamos notas periodísticas que informaban la presencia de humo en las fechas de ocurrencia de los focos”, dijo Florencia Aversa, egresada de la Licenciatura en Ciencias Ambientales de la FAUBA, bajo la dirección de Serio, en su trabajo de tesis.
Los resultados de su trabajo revelaron que, en las fechas de las noticias periodísticas analizadas, las altas concentraciones puntuales de material particulado registradas en la Ciudad de Buenos Aires coincidieron con la presencia de humo y con vientos predominantes desde los sitios donde tenían lugar los incendios.
El análisis se enfocó en tres estudios de caso: un incendio en Punta Lara, en 2017, y otros dos en el Delta del Paraná, en 2019 y 2020.
“En todas las situaciones, los picos de material particulado superaron el nivel máximo que establece la OMS, 50 microgramos por metro cúbico de aire. Sin embargo, los valores de los picos estuvieron muy por debajo del límite máximo que establece la Agencia de Protección Ambiental del GCBA, que es tres veces mayor: 150 microgramos por metro cúbico”, señaló Florencia.
En esta misma línea, Serio puntualizó que si bien la calidad del aire en CABA a menudo se informa como ‘buena’ o ‘muy buena’, estas calificaciones surgen de los estándares legales vigentes, que son menos estrictos que las recomendaciones de la OMS.
“Es necesario establecer medidas más restrictivas para la ciudad y mejorar la gestión de los problemas sanitarios relacionados con esta problemática, en especial para las personas con afecciones respiratorias o cardíacas”, remarcó.
Según Aversa, los efectos más preocupantes de la contaminación del aire se observan en la salud humana: “Las personas más susceptibles a sus efectos son los niños y los ancianos, sobre todo si poseen enfermedades preexistentes. El material particulado más pequeño puede penetrar profundo en los pulmones y causar problemas respiratorios y cardiovasculares. Y si se combina con otros contaminantes, los efectos pueden resultar aún más graves”, planteó.
Entre las implicancias del estudio, Leonardo Serio hizo hincapié en la importancia de controlar los incendios de pastizales y de implementar medidas de alerta para la población más sensible a la contaminación del aire. “En 2021, la Agencia de Protección Ambiental de la ciudad dio un paso positivo con una nueva resolución que busca acercar gradualmente los límites de contaminación a los estándares que establece la OMS”, indicó.
“Mientras tanto, y en ausencia de controles o de alarmas que garanticen un ambiente más saludable, una buena medida podría ser volver a usar barbijos cuando haya humo en la atmósfera”, concluyó.
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Lobby de agronegocio impulsa el suelo como solución climática

 


Los suelos argentinos almacenan el 2% del carbono mundial y contribuyen a mitigar el cambio climático

Fecha de Publicación
: 24/04/2023
Fuente: Télam
Provincia/Región: Nacional


Los suelos argentinos almacenan 2% de la reserva mundial de carbono y poseen un gran potencial para modificar el balance de dióxido de carbono del país y contribuir a la mitigación del cambio climático a escala global, según un trabajo del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), la Secretaría de Agricultura, Aapresid y CREA.
"Argentina tiene el 2% de la reserva de carbono a nivel mundial", aseguró en Télam Radio la coordinadora del Programa Nacional de Recursos Naturales del INTA, Carolina Sasal.
El carbono orgánico del suelo (COS) es el principal indicador de la calidad del suelo y su potencial productivo, consignaron en un trabajo sobre la reserva del mismo en los suelos argentinos en los primeros 30 centímetros de profundidad.
Sasal remarcó que "el carbono es un pilar fundamental para la producción sustentable" ya que, al hablarse de indicadores de calidad de suelo, "el carbono es el principal".
Debido a que el uso agrícola modifica las propiedades físicas, químicas y biológicas del suelo, conocer y comprender la distribución espacial del carbono es indispensable para el diseño de estrategias de conservación, en línea con la necesidad de continuar con la producción de alimentos para una población mundial en aumento.
"Un aumento en la reserva de carbono del suelo impacta sobre las propiedades físicas, químicas, biológicas, no solamente del suelo, sino de todo el ecosistema", explicó Sasal.
A partir de este escenario, subrayó que "disponer hoy de un mapa actualizado con los datos de los últimos cinco o seis años de carbono en los primeros 30 centímetros en diferentes eco regiones y diferentes órdenes de suelo permite tener una línea de base".
"Si comparamos la información (de la FAO sobre la reserva de carbono en los primeros 30 centímetros del suelo), vemos que la Argentina tiene 2% de la reserva de carbono a nivel mundial", enfatizó.
 Para Sasal, esta información "permitirá trabajar esquemas de bonos de carbono, evaluar en distintas regiones cuáles son las prácticas y las estrategias que debemos implementar para aumentar el almacenamiento y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero"
Por la gran importancia que posee el carbono orgánico del suelo a escala mundial, "existe un interés creciente por estimar y mapear las reservas que quedan y su potencial de cambio para secuestrar carbono con mayor precisión y en resoluciones espaciales más finas y extensiones geográficas más grandes", expresó por su parte el coordinador del Programa Nacional Forestales del INTA, Pablo Peri.
El equipo de investigadores recopiló información de alrededor de 5.400 muestras de suelo de todo el territorio nacional, procesada por diferentes proyectos de investigación entre 2015 y 2022.
Para la elaboración del mapa utilizaron técnicas de cartografía digital de suelos para estudiar la relación entre los datos medidos y 40 variables climáticas, topográficas, edáficas y de la vegetación, para generar un modelo de predicción que permite estimar la reserva de COS en los lugares no medidos y obtener un mapa de escala nacional.
De las 16 ecorregiones del país, la Estepa Patagónica, la Pampa y el Chaco Seco son las que contienen la mayor reserva del COS y, en total, estas tres ecorregiones representan aproximadamente 55% de la reserva del país.
Mientras que los campos y malezales, Esteros del Iberá e Islas del Atlántico Sur son las ecorregiones con menor reserva de COS, con 1,1% del total, influenciado por la superficie que ocupan estas ecorregiones.
Por unidad de superficie, la ecorregión Bosque Patagónicos es la de mayor contenido con 130 toneladas por hectárea; mientras que el monte de Llanuras y mesetas es la de menor contenido con 32,5 toneladas por hectárea.
"Este estudio indica que, con pequeños incrementos en el secuestro de carbono, los suelos tendrían un gran potencial para modificar el balance de dióxido de carbono del país y contribuir a la mitigación del cambio climático global", agregó Juan Gaitán, coordinador del proyecto Monitoreo de degradación de paisajes y sistemas productivos con metas en la neutralidad de la degradación de tierras.
Asimismo, las áreas protegidas de la Argentina abarcan una superficie aproximada de 20,3 millones de hectáreas, y almacenan casi 9% de la reserva total de COS del país.
Por su parte, el director nacional de Agricultura, Agustín Pérez Andrich, afirmó que "la implementación de buenas prácticas de manejo de los cultivos extensivos en los suelos pampeanos puede maximizar la capacidad de estos suelos para secuestrar carbono, lo que representa una estrategia importante para su conservación, como también de mitigación del cambio climático".
En esta línea, la investigadora de INTA Paraná (Entre Ríos) Ana Wingeyer, señaló que "el trabajo presentado proporciona una línea de base para desarrollar los esquemas de comercio de bonos de carbono, y puede ayudar a identificar y priorizar ubicaciones potenciales para proyectos de secuestro de carbono basados en el suelo".
"El concepto de que los suelos y la agricultura puedan representar al mismo tiempo soluciones para problemas globales, como el cambio climático y la falta de seguridad alimentaria, dio lugar a varias iniciativas internacionales que buscan conservar e incrementar la reserva de carbono orgánico", añadió Wingeyer.
La Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación adoptó el mapeo de las reservas de COS, como uno de los indicadores para estimar el área de tierras degradadas en el contexto de monitorear la meta de alcanzar la neutralidad en la degradación de las tierras hacia 2030.
"Por esto, el mapa y sus futuras actualizaciones contribuirán a reportar el avance en las metas comprometidas, ante estas iniciativas internacionales, de realizar acciones locales para limitar las emisiones y para conservar y aumentar los sumideros y reservorios de los gases de efecto invernadero", subrayó Peri.

Los productores argentinos obtuvieron un seis en sustentabilidad, según un estudio
Los productores argentinos obtienen un seis en sustentabilidad, según una encuesta de la Red de Estudio de Sistemas (RedES), integrada por la Fauba, Aapresid, Aacrea e INTA, que evaluó cuán sustentables son los establecimientos de todo el país en aspectos como rotaciones, fitosanitarios y salud del suelo, entre otros.
En las últimas décadas la producción agropecuaria argentina aumentó su superficie y se intensificó, y como resultado, la productividad se elevó pero también crecieron los problemas ambientales asociados a la actividad, consignó Sobre La Tierra, el área de Divulgación Científica y Tecnológica de la Fauba.
Las más de 170 respuestas recibidas entre 2020 y 2022 indicaron un nivel de sustentabilidad de 60%, y los mejores resultados provinieron de Buenos Aires y de Córdoba, precisó.
"La agricultura argentina se intensificó de la mano de variedades modificadas genéticamente para resistir plagas y herbicidas, entre otras variables; si bien permitieron expandir la frontera agropecuaria e incrementar la productividad, también acarrearon diversos síntomas de deterioro ambiental como la degradación de suelos y la reducción de la biodiversidad", señaló Karen Kazlauskas, ingeniera agrónoma de la Fauba e integrante del equipo técnico de RedES.
El equipo evaluó cuán sustentables son las prácticas que usan los establecimientos agrícolas de la Argentina, y sumaron puntos aquellas que aportan a incorporar procesos biológicos y ecológicos -como la regeneración de suelos y la fijación de nitrógeno-.
Entre otros puntos, preguntaron por la rotación de cultivos, el tipo de fitosanitarios que usan y si monitorean el estado del suelo; además recabaron información sobre la ubicación, la superficie y otras características de los establecimientos agropecuarios.
"El nivel de sustentabilidad fue de seis sobre 10 considerando las tres dimensiones: la productiva, la social y la global, una combinación entre anteriores", destacó Kazlauskas, quien agregó que por regiones, Buenos Aires y Córdoba presentaron los mayores niveles de sustentabilidad, y Santa Fe los valores más bajos.
Por un lado, hay un grupo grande de productores que rota cultivos, los fertilizan e inoculan, rota fitosanitarios y ya no usa los de banda roja -los más tóxicos-, y tiene una dirección técnica-profesional de los campos.
Por otro lado, hay pocos establecimientos que eligen pasturas para sus rotaciones, que controlan las decisiones productivas cuando las toma un contratista y que cuentan con un programa de actividades recreativas con sus empleados.
Diego Ferraro, docente de Cerealicultura de la Fauba, resaltó que la encuesta fue clave por "considerar directamente las acciones de los productores", y por "involucrar a quienes toman las decisiones" en los campos.
Para finalizar, Ferraro contó que también están desarrollando una plataforma para que los propios productores puedan evaluar el nivel de sustentabilidad de sus prácticas y ajustarlas cuando sea necesario.
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El suelo, aliado en la mitigación de la crisis climática

 


Suelos argentinos, en la lucha contra el cambio climático

Fecha de Publicación
: 12/01/2023
Fuente: El Diario de la República
Provincia/Región: Nacional


La Región Pampeana tiene una alta capacidad de almacenar carbono en los perfiles, y para ello hay que implementar estrategias de manejo a fin de aumentar su materia orgánica.
Una de las funciones del suelo que está adquiriendo cada vez más importancia es su capacidad para capturar dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera y almacenarlo como materia orgánica estable. Este fenómeno se conoce como secuestro de carbono. La actual crisis del cambio climático puso en relieve la necesidad de implementar estrategias de mitigación —es decir, de reducción de CO2 en la atmósfera. En este contexto, los suelos cobraron gran relevancia por su capacidad para disminuir el calentamiento global, pero para alcanzar su potencial se requiere mejorar las prácticas de manejo que le permitan almacenar más carbono.
En este sentido, Miguel Taboada, docente de Edafología en la Facultad de Agronomía de la UBA (Fauba), expresó que, pese a que es una amenaza, el cambio climático también presenta una oportunidad para implementar buenas prácticas agrícolas que aumenten la capacidad de los suelos de almacenar carbono y así evitar que la temperatura global siga elevándose. Estos temas fueron abordados en el XXVIII Congreso Argentino de la Ciencia del Suelo, que tuvo lugar en la Fauba entre el 15 y el 18 de noviembre de 2022.
La capacidad de los suelos para capturar carbono depende de muchos factores, como sus características físicas y químicas y el uso y el manejo que se les da. En la Argentina, los suelos con mayor potencial para mitigar el cambio climático son los de la Región Pampeana. Según Roberto Álvarez, docente de Fertilidad y Fertilizantes en la Fauba, “hasta un metro de profundidad, los suelos pampeanos pueden aumentar su nivel de carbono un 200%; es decir, tres veces su contenido actual. Como tienen una capacidad muy alta para secuestrar carbono, la cuestión es darles el manejo adecuado para que ese potencial se realice”.
No obstante, para ver si efectivamente el manejo aplicado está secuestrando carbono atmosférico es importante considerar la diferencia entre los gases que el suelo emite y captura. En este sentido, Álvarez comentó que si las prácticas implementadas para aumentar la capacidad de captura de carbono del suelo generan más gases que los que se secuestra, no estarían cumpliendo su función de disminuir el calentamiento global. Para que la captura de carbono esté realmente mitigando el cambio climático, tenemos que analizar las prácticas de manejo y medir el balance de entradas y salidas de este elemento”, explicó.
En su conferencia El retorno de los suelos a la agenda global, Taboada expresó que las consecuencias del cambio climático que más afectan los suelos son los llamados eventos extremos. “Fenómenos como las sequías, las inundaciones, los incendios —cada vez más frecuentes en nuestro país— y las tormentas erosivas, que degradan las capas superficiales, amenazan la capacidad de los suelos de producir alimentos. Por eso, uno de los grandes desafíos para la Argentina tiene que ver con implementar estrategias de manejo para evitar la degradación”.
Pero, al mismo tiempo, estas estrategias de manejo también deben aumentar la capacidad de los suelos de secuestrar carbono. Este fue el tema del panel llamado "Presente y futuro de las investigaciones de secuestro de carbono en la Argentina", en el que se conversó cómo las buenas prácticas de manejo pueden aumentar la captura de gases. En especial, se habló sobre el rol que juega la materia orgánica.
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Lanzan proyecto para restaurar los bosques nativos

 


Proyecto multi-institucional intenta restaurar los bosques nativos

Fecha de Publicación
: 22/11/2022
Fuente: InfoNews
Provincia/Región: Buenos Aires


Numerosos ecosistemas boscosos en el planeta se encuentran degradados por los incendios, los desmontes, el crecimiento de las ciudades y las invasiones de árboles exóticos, entre otras causas.
Varias instituciones, entre ellas la Facultad de Agronomía de la UBA (Fauba), llevan adelante el proyecto Restaura, que busca recuperar bosques nativos en general, y los talares costeros de Buenos Aires en particular.
Numerosos ecosistemas boscosos en el planeta se encuentran degradados por los incendios, los desmontes, el crecimiento de las ciudades y las invasiones de árboles exóticos, entre otras causas, consignó Sobre La Tierra, Área de Divulgación Científica y Tecnológica de la Fauba.
"A esta altura no alcanza con conservarlos, hay que empezar a trabajar activamente en su recuperación", dijo Mariela Lacoretz, docente de la Facultad Ciencias Exactas y Naturales de la UBA (FCEN).
En este sentido, Lacoretz señaló que la Argentina tiene varios compromisos nacionales e internacionales que cumplir en términos de conservación y restauración de ecosistemas degradados.
"Para eso es fundamental integrar a la sociedad en general, nos valemos de la ciencia ciudadana", afirmó Lacoretz, quien también es becaria del Conicet con sede en el instituto FCEN.
Por ello, agregó, "nuestra primera acción fue arrancar con el tala, un árbol típico de la Región Pampeana, fuente de alimento y refugio para gran cantidad de fauna, cuyos bosques poseen un alto nivel de degradación".
En el país, los bosques de tala -o Celtis tala, árbol nativo emblemático de la Región Pampeana- se extendían por zonas costeras desde Mar del Plata hasta casi el límite con Santa Fe.
"En la provincia de Buenos Aires, el tala formaba bosques llamados 'talares', hoy amenazados por la ganadería, la extracción de madera, la invasión de especies exóticas y los avances de la urbanización", explicó Natalia Rodríguez, docente de Química Inorgánica y Analítica (Fauna).
La convocatoria "Tu Tala Amigo" busca "determinar la fecha óptima de recolección de frutos" de esta especie.
Para ello, piden a la gente que encuentre su tala más cercano y lo cargue en una app.
Según Rodríguez, detectar la fecha de comienzo de la fructificación será fundamental para la restauración porque permitirá recolectar semillas en el momento correcto.
Lacoretz resaltó: "La información que generemos será útil para viveristas de plantas nativas como los que integran la red Revina, quienes entonces podrán producir una cantidad de plantines suficientemente grande como para restaurar muchos talares donde sea necesario".
Además, advirtió que los talares suelen estar tan degradados que es difícil encontrar árboles semilleros. Incluso, en ocasiones se hallan tan invadidos por otras especies que ni siquiera quedan talas.
Rodríguez indicó que la convocatoria "Tu Tala Amigo" está abierta y la gente puede sumarse a través de la página web o del Instagram del proyecto.
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Evaluarán estado de los bosques sumergidos de Ushuaia

 


Investigan el impacto de las actividades humanas en los bosques sumergidos de Ushuaia

Fecha de Publicación
: 08/07/2022
Fuente: Telam
Provincia/Región: Tierra del Fuego


El relevamiento de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (Fauba) busca diseñar estrategias para proteger esos ecosistemas.  
Investigadores buscan determinar el impacto ambiental de las actividades humanas en los bosques sumergidos de Tierra del Fuego con el objetivo de diseñar estrategias para proteger estos ecosistemas que contribuyen a la lucha contra el cambio climático, informó la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (Fauba).
La tendencia mundial indica que en los últimos 50 años se detectaron reducciones en el 38% de estos bosques de algas pardas.
Las observaciones de Julieta Kaminsky, coautora del estudio del Centro Austral de Investigaciones Científicas (Cadic-Conicet) y becaria doctoral, fueron presentadas en el Ciclo de Seminarios del Mar organizado por la cátedra de Ecología Acuática de la Fauba.
El estudio evalúa el impacto ambiental de las actividades humanas en estos ecosistemas fueguinos con miras a diseñar estrategias para protegerlos.
Los resultados de esta investigación podrían ser relevantes para entender el estado de las macroalgas en otros sitios con condiciones ambientales similares.
En las costas de la Patagonia Argentina, los bosques sumergidos se forman a partir de un alga llamada cachiyuyo -cuyo nombre científico es Macrocystis pyrifera- que puede medir más de 30 metros de largo.
Los bosques sumergidos en la Argentina están a lo largo de las costas entre Chubut y Tierra del Fuego.
Kaminsky, licenciada en Ciencias Ambientales por la Fauba, explicó que "llamamos bosques a estos ecosistemas porque debajo del alga principal, que es la que forma el ecosistema, viven otras especies más pequeñas, al igual que ocurre en los bosques terrestres”.
Kaminsky destacó que los bosques de estas algas cambian a lo largo del año, ya que esta alga tiene una alta capacidad de respuesta a las variaciones ambientales.
“El ecosistema se adecua a los cambios en la cantidad de luz, que en esta región varía con la época del año, y con las descargas de los glaciares, que enturbian las aguas, además de otras variables naturales”, precisó, y añadió que “a estas se suman las actividades humanas, que en Ushuaia tienen que ver principalmente con las descargas de aguas residuales y basura”.
Recientemente, se reconoció la importancia de las macroalgas por su capacidad para “secuestrar” carbono de la atmósfera y así evitar que aumente el calentamiento global.
En ese sentido, la investigadora subrayó que “en la actualidad, forman parte del conteo del llamado carbono azul, que es el nombre que tienen las emisiones que absorben los ambientes marinos. En un contexto de cambio climático, los ecosistemas con alto potencial para absorber carbono cumplen una función ecológica fundamental”.
Puntualizó que tomaron “muestras en dos sitios, uno expuesto a la descarga de residuos industriales y otro más alejado, y encontramos diferencias entre ambos que podrían darnos pistas sobre qué estrategias tienen las macroalgas para responder a los cambios en el ambiente”.
Destacó que una diferencia es que “en el lugar expuesto a las descargas, las algas tienen otras formas, por ejemplo, con láminas similares a las hojas, que son más grandes, aunque menos abundantes que en el sitio alejado”.
La becaria resaltó que hay una reducción global de bosques de macroalgas que no está totalmente cuantificada y explicó que “esto se debe a factores como el aumento de nutrientes en el agua, las olas de calor, el incremento de la temperatura global, la explotación pesquera y la introducción de especies exóticas, que hacen que los bosques se reemplacen por sistemas menos diversos. En este estudio queremos ver en qué medida eso está pasando acá y cómo están respondiendo las algas”.
“Tierra del Fuego es el límite sur a partir del cual ya no hay más bosques sumergidos de cachiyuyo; más allá hay otros ecosistemas que son más similares a praderas. Y dado que el aumento de la temperatura global condiciona su supervivencia, sería especialmente preocupante encontrarnos con que se están retrayendo en esta zona”, explicó.
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Ajustan los límites de contaminación atmosférica de CABA

La CABA le pone límites a la contaminación atmosférica

Fecha de Publicación
: 29/09/2021
Fuente: AgriTotal
Provincia/Región: Capital Federal


Una tesis de la FAUBA sobre calidad del aire en CABA sirvieron de apoyo para que la Capital Federal reduzca los niveles máximos vigentes en la legislación para diferentes gases y partículas nocivas.
La Ciudad Autónoma de Buenos Aires controla día a día la calidad del aire para reducir el impacto de diferentes contaminantes en la salud de la población. Los índices que se elaboran vinculan las concentraciones de los contaminantes con los niveles máximos admisibles en la legislación. En este marco, una tesis de grado realizada en la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) remarcó que la ley vigente en CABA permite niveles de contaminación superiores a que los que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS), y halló que si se tomaran como referencia estos últimos, un día a la semana la calidad del aire sería mala. Luego de una nota que publicó al respecto el Área de Divulgación Científica de la FAUBA, las recomendaciones de la tesis en cuanto a la necesidad de ajustar los niveles tomaron estado público y contribuyeron a la sanción de una nueva reglamentación en CABA. Ahora, los estándares respetarán las recomendaciones de la OMS.
Según Leonardo Serio, docente de la cátedra de Climatología y Fenología Agrícolas de la FAUBA, los límites máximos admisibles para distintos contaminantes del aire en la Ciudad de Buenos Aires corresponden a la Ley 1356/2004 de Calidad Atmosférica, cuyo objetivo es preservar la calidad del aire y prevenir y controlar la contaminación de la atmósfera. Luego, el Decreto 198/2006 reglamenta esos límites máximos admisibles, tomándolos de las recomendaciones de la Agencia de Protección Ambiental de los EE.UU. "El problema es que si a estos límites máximos vigentes se los compara con los niveles guía de la Organización Mundial de la Salud, bastante más estrictos, aparecen discrepancias notables para algunos contaminantes".
"Esto me llevó a proponerle a una estudiante, Josefina Oderigo, que en base a este tema realizara su tesis de grado en la Licenciatura en Ciencias Ambientales, bajo mi tutoría. Su trabajo consistió en comparar los niveles de ciertos contaminantes en el aire de CABA -monóxido de carbono, óxidos de nitrógeno y material particulado menor a 10 micrones- contra los límites máximos establecidos por nuestra legislación y contra los niveles recomendados por la OMS", dijo Serio.
El investigador hizo hincapié en que para explicar los resultados obtenidos hay que tener en cuenta que las recomendaciones de la OMS son inferiores a los niveles máximos que admite la ley en CABA. "Por ejemplo, en material particulado menor a 10 micrones, el nivel que recomienda la OMS es un tercio del que establece nuestra ley. Y en el caso de los óxidos de nitrógeno, es casi la mitad".
Leonardo Serio añadió que la Agencia de Protección Ambiental de CABA, que depende de la Secretaría de Ambiente de la Ciudad, calcula a diario un índice de calidad de aire cuyo valor depende de las concentraciones de los contaminantes y de los mencionados niveles máximos. "El índice es un porcentaje del límite máximo. Por ejemplo, la calidad de aire se considera muy buena cuando todos los contaminantes están por debajo del 50% de ese límite máximo admisible, y se disparan distintas alarmas a medida que nos vamos acercamos al 100%".
"Josefina recalculó los índices de calidad de aire usando los niveles guía recomendados por la OMS y los datos de contaminación que desde el 2009 colecta la Ciudad. Mientras que con la legislación actual el índice casi nunca alcanzó niveles de emergencia, usando las recomendaciones de la OMS se encontró que hay una frecuencia relativamente alta de esos casos. Por ejemplo, en la estación de medición ubicada en La Boca se dio un 15% de situaciones en las que se superaron los valores guía. Eso representa casi 1 día por semana", explicó Leonardo.
"Estos resultados ocuparon un lugar destacado en las conclusiones de la tesis de Oderigo", afirmó Serio, y agregó: "El año pasado, luego de una nota publicada en Sobre La Tierra sobre la calidad del aire en CABA pre- y post-cuarentena, me entrevistó en su programa radial una legisladora de la Ciudad. Ella se interesó en la tesis porque en ese momento se estaba elaborando un proyecto para ajustar los límites máximos admisibles. La tesis de Josefina fue tomada como parte de los argumentos para presentar el proyecto, que finalmente fue aprobado y sancionado. Los límites máximos de la Ciudad de Buenos Aires se irán adecuando en base a las recomendaciones de la OMS".
Para cerrar, el docente resaltó el círculo virtuoso entre Universidad, investigación y comunicación de la ciencia para cambiar políticas públicas. "Tanto Oderigo desde la autoría de su tesis de grado como yo en la tutoría tenemos el orgullo de haber hecho un aporte importantísimo desde la FAUBA, y en muy poco tiempo. El trabajo de tesis se publicó en agosto del 2020, y en menos de un año ya estamos viendo resultados. No siempre se llegan a adoptar recomendaciones de una tesis de grado en un cambio de legislación como el que está teniendo lugar en CABA. Estas modificaciones eran necesarias en lo ambiental y en lo sanitario, sobre todo en una ciudad como CABA, con su gran densidad poblacional, con millones de vehículos que ingresan a la ciudad diariamente y con el intenso uso diario de la red de transporte público".
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Equipo de UBA indica aumento de nutrientes por fertilización

El aumento de nutrientes por fertilización y contaminación enciende una alarma en los pastizales

Fecha de Publicación
: 16/09/2021
Fuente: Grupo La Provincia
Provincia/Región: Buenos Aires


El incremento de nitrógeno y fósforo por la fertilización del suelo y la contaminación atmosférica puede conducir al sobrepastoreo de pastizales, dado que un estudio demostró que el ganado come mucho más en estos sitios reduciendo sensiblemente la biomasa vegetal, informó hoy el sitio de divulgación de la Facultad de Agronomía de la UBA (Fauba)
A partir de la fertilización de un pastizal de uso ganadero de la región pampeana, investigadores de esta Facultad encontraron que el ganado consumió más forraje que en sitios sin fertilizar, reduciendo la biomasa vegetal hasta en un 70%.
Señalan que a futuro, los pastizales pueden degradarse si no se revisa la cantidad de animales en los campos, ya que la llegada de nutrientes aumentará por la mayor contaminación atmosférica.
“Los pastizales son los ecosistemas más transformados por la actividad humana, ya sea al realizar ganadería o agricultura, y por eso es clave estudiar cómo impactan los diversos manejos agronómicos con la idea de mejorar su sustentabilidad”, dijo Sofía Campana, docente e investigadora de la cátedra de Ecología de la FAUBA al sitio Sobre la Tierra (SLT).
“Al día de hoy, se sabe que la biomasa vegetal en pie -es decir, excluyendo las raíces- disminuye cuando hay ganado y aumenta cuando se agregan nutrientes por medio de la fertilización, pero se desconoce en profundidad qué pasa cuando estos dos factores actúan al mismo tiempo”, agregó.
El trabajo, publicado en la revista científica Applied Vegetation Science, demuestra que mientras "el pastoreo de una vaca cada dos hectáreas redujo más de un 50% la biomasa en pie en las parcelas experimentales, en comparación con las no pastoreadas”, esa contracción “alcanzó un 70% cuando el pastizal se pastoreó y se fertilizó anualmente con 10 gramos de nitrógeno, de fósforo y de potasio por metro cuadrado”.
“Las diferencias se apreciaban a simple vista en el campo”, afirmó.
La investigadora señaló que sus resultados tienen un vínculo estrecho con la forma en que el ganado elige su alimento.
“Las vacas consumieron 10 veces más biomasa vegetal en las parcelas fertilizadas. Parece que el ganado elige y consume más pasto en los sitios del pastizal con mayor productividad y con vegetación más nutritiva”.
En ese sentido, Campana explicó que si bien "en el corto plazo, la idea de fertilizar y pastorear pastizales parece tentadora" las conclusiones arribadas "sugieren que este manejo puede ser perjudicial a mediano plazo”.
Es que, por un lado la recuperación de la productividad del pastizal se podría ver retardada y, por otro, el agregado de nutrientes suele reducir la capacidad del agroecosistema de sostener su productividad ante sequías o inundaciones.
Laura Yahdjian, investigadora del Instituto de Investigaciones Fisiológicas y Ecológicas Vinculadas a la Agricultura (Ifeva, UBA-Conicet) y coautora del artículo alertó que, si bien la fertilización de pastizales no es una práctica difundida en la Región Pampeana, los nutrientes llegan constantemente a los suelos como consecuencia del aumento de la contaminación atmosférica.
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La crisis climática modifica el ciclo biológico de árboles

 


Los árboles porteños modificaron su ciclo biológico por el cambio climático

Fecha de Publicación
: 27/11/2020
Fuente: AgroSitio
Provincia/Región: CABA


Un estudio de la FAUBA observó que algunas de las principales especies forestales que crecen en la ciudad de Buenos Aires comienzan a brotar hasta un mes antes que seis décadas atrás, como una reacción al aumento de la temperatura...
En las últimas décadas, el cambio climático y el crecimiento de la superficie edificada en la Ciudad de Buenos Aires provocó un aumento en la temperatura de las áreas urbanas y, según un estudio reciente, este fenómeno también habría motivado cambios en el comportamiento de distintas especies que componen el arbolado urbano. Investigadores de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) evaluaron cómo algunos de estos árboles modificaron ciertos parámetros de su ciclo biológico, como la brotación, lo cual podría beneficiar o dañar la vida de las plantas, según la especie.
A nivel global, el cambio climático implica un aumento en la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera, con un incremento en la temperatura media del planeta. Pero en la ciudades hay otros factores particulares que también inciden sobre el clima. "El aumento de la población, de la superficie edificada y del consumo de energía generan cambios en el microclima urbano, con un incremento de la temperatura mínima que también afecta a las plantas", explicó Danilo Carnelos, docente de la cátedra de Climatología y Fenología Agrícolas de la FAUBA, y principal autor del artículo publicado en la revista científica Agronomía y Ambiente. "Este trabajo sirve para alertar que al modificar los espacios verdes en la ciudad, también se están provocando cambios en el ciclo y en la brotación de estas especies. En algunos árboles puede traducirse en beneficios y en otros casos puede deteriorarlos", agregó.
El estudio llevado a cabo por Carnelos involucró el relevamiento de 12 especies forestales de diferentes características que crecen en el predio de la FAUBA de la Ciudad de Buenos Aires, sobre las cuales se disponían de datos fenológicos históricos tomados por Servicio Meteorológico Nacional (SMN) entre 1947 y 1956. La mayoría de estas especies son exóticas, pero a la vez son muy comunes en el arbolado urbano de CABA, como el jacarandá, el palo borracho, los plátanos, liquidámbar, el acer, la acacia, el lapacho rosado y los tilos.
"En 2014 arrancamos con las observaciones fenológicas junto a Guillermo Murphy, profesor de la cátedra de Climatología y Fenología Agrícolas de la FAUBA, estudiando las respuestas de las plantas a los cambios del ambiente, con el objetivo de evaluar si habían ocurrido modificaciones en la brotación y en la floración de diferentes especies forestales", explicó Carnelos y agregó: "Quisimos ver si se habían modificado las secuencias fenológicas, las fechas medias de brotación y de floración", respecto de los datos presentes en los boletines que emitía semestralmente el SMN décadas atrás.
Las investigaciones continuaron hasta 2018. Los ejemplares fueron relevados día por medio desde agosto hasta diciembre durante los cuatro años, por Carnelos y un grupo de estudiantes de la FAUBA. Según los resultados publicados, en la mayor parte de las especies se observó un adelanto de la fecha media de brotación. Si bien seguirían ubicándose dentro de la variabilidad de las fechas contempladas por el período histórico que se tomó como referencia (1947-1956), lo llamativo es que en casi todos los casos se halló un adelanto entre 20 días y un mes, aproximadamente. Sólo algunas especies, como el tilo y el plátano, se adelantaron en menor medida, entre 1 y 7 días.
El docente advirtió que en otras zonas de la ciudad de Buenos Aires se podría repetir este fenómeno con más intensidad: "Si bien el predio de la FAUBA está dentro de CABA, allí se genera un microclima. En general, en la ciudad es más marcada la diferencia. Cuando iniciaba la floración en los jacarandá que están dentro de la Facultad, en otros barrios de la ciudad los ejemplares de esta especie ya habían pasado la plenitud de floración. O sea que si dentro de la Facultad se alargó el período de crecimiento, en el arbolado urbano de la ciudad seguramente haya diferencias". Además destacó que al menos hasta ahora las investigaciones si limitaron al predio de la UBA porque los datos históricos del Servicio Meteorológico fueron tomados en ese mismo lugar y en el Jardín Botánico Carlos Thays.
"Hace falta repetir el relevamiento más años para darle robustez a los datos", afirmó. Actualmente se está avanzando en una segunda parte del trabajo, que consiste en el estudio de la floración de las especies forestales, a cargo de Gonzalo Fernández Zapiola, estudiante de la carrera de Ciencias Ambientales y ayudante de la Cátedra.

Cambia el clima, cambian las plantas
El investigador también vinculó los resultados de su estudio con los cambios en el clima observados por otros trabajos de la Cátedra de Climatología, como los realizados por los docentes e investigadores Murphy y María Elena Fernández Long. "Desde 1950 hasta 2018, sobre todo en los meses de brotación (agosto-noviembre), hubo un incremento promedio de la temperatura mínima de 0,03 grados por año. Otros trabajos registraron una reducción de 5,7 horas por año en las horas de frío entre 1911 y 1998. Entonces hay menos disponibilidad de frío para las especies que lo requieren. Por otro lado, al aumentar la temperatura mínima también se alargó el período de crecimiento. Otro estudio indica que se acortó el período con heladas, que se refleja sobre todo al iniciar más temprano y finalizar más tarde la estación de crecimiento", detalló.
"Si aumenta la ventana de crecimiento, muchas especies van a crecer más. Pero muchas especies exóticas, originarias del Hemisferio Norte, tienen requerimientos de frío o no toleran altas temperaturas, lo cual implica que un ginkgo, por ejemplo, podría ser afectado por exceso de temperatura, o que no tenga una buena fase de floración por falta de requerimientos", dijo y añadió: "Aunque el razonamiento no debería ser tan lineal porque cada especie tiene diferentes requerimientos bioclimáticos y quizás la ausencia de un estímulo puede suplirse con la mayor disponibilidad de otro". Estos aspectos podrían ser incorporados a investigaciones futuras.
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Como los vínculos políticos favorecen los desmontes

 


Desmontes: un estudio de la FAUBA analiza los vínculos políticos y económicos con la tala ilegal

Fecha de Publicación
: 29/10/2020
Fuente: InfoCampo
Provincia/Región: Nacional


Expertos aseguran que estos puntos influyen en la medida y la forma en la práctica de la deforestación, principalmente en Santiago del Estero, Salta y Chaco.
Un estudio de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) sobre el desmonte ilegal encontró que el capital económico y los vínculos políticos influyen en la medida y la forma en que se produce la tala ilícita.
En este sentido, un artículo firmado por Sebastián M. Tamashiro para Sobre La Tierra revela que hay un vínculo entre las características de quienes deforestan y la magnitud de la deforestación.
Luego de la sanción de la Ley de Bosques en 2007 se redujeron los desmontes a nivel nacional, pero en ciertas provincias se siguen perdiendo ecosistemas boscosos a gran velocidad. Santiago del Estero, Salta y Chaco, son ejemplos donde entre 2009 y 2016 se deforestaron de manera ilegal 750.000 hectáreas, equivalentes a 36 veces la superficie de CABA.
“La Ley de Bosques se sancionó en el año 2007 para reducir los desmontes en la Argentina. Si bien se logró en términos generales, se siguen perdiendo bosques a un ritmo muy preocupante. La normativa autoriza la deforestación en determinadas zonas y la prohíbe en otras. En este marco, los desmontes ilegales representan una gran proporción de la deforestación total en ciertas regiones del país, como en el Chaco Seco Argentino”, destacó Daniel Blum a partir de su tesis de grado de la Licenciatura en Ciencias Ambientales de la FAUBA, dirigida por Matías Mastrangelo, investigador del Conicet, y bajo la tutoría de Sebastián Aguiar, docente de las cátedras de Ecología y Dasonomía de la Facultad.
Blum estudió 89 casos de deforestación ilegal que implicaron la pérdida de casi 150.000 hectáreas de bosque nativo.
Para su investigación, utilizó información de boletines oficiales de las provincias involucradas, documentos de las direcciones de bosques provinciales y de la Auditoría General de la Nación, denuncias e informes de ONG, noticias periodísticas que reportaron desmontes ilegales y entrevistas a informantes clave.
Entre los principales resultados de la investigación, se encontró una relación estrecha entre las deforestaciones y la posición social, económica y política de los propietarios de las fincas afectadas, a lo que se denominó “poder”.
“Definimos este concepto a partir de tres variables: el capital económico, el vínculo con funcionarios públicos y el origen geográfico del agente. Aquellos con niveles intermedios o altos de poder tenderán a desmontar áreas boscosas más grandes. El poder de quien desmonta ilegalmente tiene más influencia en cómo y cuánto se deforesta que las condiciones agroclimáticas de la zona”, resaltó Blum.
“Muchos trabajos científicos sobre las fronteras agropecuarias del mundo asumen que el productor avanza sobre bosques que tienen las mejores condiciones agronómicas para maximizar los rindes”, afirmó Mastrangelo, quien también es docente de la Universidad Nacional de Mar del Plata, y agregó: “Sin embargo, la realidad es más compleja. Por ejemplo, en el Gran Chaco se deforestan superficies con suelos pobres y pocas lluvias para especular en el mercado inmobiliario. Los actores más poderosos compran tierras, las deforestan y esperan a que aumente su valor para venderla. Una hectárea desmontada vale más del doble que una con bosque”.
Desde hace décadas, los bosques del Chaco Seco se encuentran bajo una gran presión debido al avance de la actividad agropecuaria. Según informa el estudio, en las provincias de Salta, Chaco y Santiago del Estero, alrededor del 50% de los desmontes entre 2009 y 2016 fueron ilegales.
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Capital Federal: advierten de la falta de espacios verdes

Buenos Aires tiene un tercio de los espacios verdes que recomienda la OMS

Fecha de Publicación
: 10/09/2020
Fuente: Página 12
Provincia/Región: CABA


La pandemia volvió a dejar al descubierto el profundo y crítico déficit de espacios verdes que padece la Ciudad de Buenos Aires. Es un índice que la ubica como una de las peores ciudades del mundo. Y si la cuarentena estricta de marzo, abril y mayo despertó un debate en torno a la calidad habitacional y el acceso a los servicios, la flexibilización del aislamiento llevó a muchas personas a tomar conciencia de la dificultad para acceder a un parque o una plaza para distenderse un rato, sobre todo en los barrios céntricos y las barriadas populares.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda entre 10 y 15 metros cuadrados de verde por habitante. La Ciudad tiene apenas 5,13. Es uno de los peores índices a nivel mundial y algo que podría empeorar con la aplicación irrestricta del Código de Planeamiento Urbano aprobado en 2018, mediante el cual se autorizaron departamentos de 17 metros cuadrados y que alienta la densificación de Buenos Aires. Es el viejo sueño del macrismo de duplicar la población de una ciudad que no crece en habitantes desde 1947.
Todo el pequeño territorio porteño, atravesado por intereses inmobiliarios de gran escala y todo terreno vacante es objeto de una puja feroz. Por un lado, organizaciones vecinales y ambientalistas que pugnan por convertirlos en espacio verde y de disfrute comunitario. Del otro constructoras y un gobierno que ha priorizado esos intereses, aprobando la venta de tierras públicas destinadas al mercado inmobiliario. En el transcurso de 12 años, Mauricio Macri -primero- y luego Horacio Rodríguez Larreta transfirieron más 400 hectáreas al sector privado. Se construyeron 9.142.970 metros cuadrados. En el mismo período, según datos oficiales, la disponibilidad de espacios verdes se redujo a la mitad.
“Lo primero que pensamos cuando tuvimos que quedarnos en nuestras casas para cuidar nuestra salud, fue: ¿estamos contentos con dónde vivimos, con nuestro hogar? Y cuando la cuarentena se empezó a flexibilizar un poco, en el AMBA, empezamos a preguntarnos por el espacio público. Cuando fue el problema de los runners corriendo todos juntos, la verdad es que el problema no era de los runners sino que no hay suficiente cantidad de espacios verdes en la Ciudad”, dice el sociólogo y especialista en temáticas urbanas, Fernando Bercovich.
La situación  no es igual en toda la Ciudad. Los vecinos de las Comunas 5 (Almagro y Boedo) y 3 (San Cristóbal y Balvanera) deben hacer largos recorridos para encontrar algo que se parezca a una plaza, aunque estén tapadas de cemento o gomaeva. La Dirección de Espacios Verdes certifica, con números, lo que se comprueba a simple vista: ambas comunas tienen 0,02 m2 y 0,04 m2, respectivamente, de superficies verdes por habitante.
Pero no sólo es una cuestión de cantidad. Mientras los barrios del norte tienen grandes extensiones de verde disfrutable, en el sur, donde las urgencias tienen otro cariz, desde el estallido del Parque Indoamericano en 2010, se ha desatado una pelea por el uso y ocupación de cientos de hectáreas vacantes. Así, el megaproyecto de la Villa Olímpica que albergó a los deportistas de los Juegos Olímpicos de la Juventud 2018, y otros proyectos inmobiliarios, le arrebataron a la Comuna 8 más de 150 hectáreas de verde.
La situación se pone más peliaguda en los barrios populares: un mapeo de la CTA-A Capital indica que en la Villa 20 hay apenas 0,2 m2 de superficie verde por habitante; en la Villa 15, 0,22 y en el playón de Fraga, directamente, 0: ni un pedacito de verde.
Por eso no resulta extraño que la Fundación Bunge y Born haya relevado que más de 350 mil habitantes de la Ciudad de Buenos Aires (12,4%) viven lejos de un parque o de una plaza y que esta falta de acceso se incrementa en los sectores más vulnerables. Allí un 25% de esta población no accede a un espacio verde. Esta carencia afecta sólo a un 4% de los residentes de nivel socioeconómico más alto.
En materia de espacios verdes no sólo importa la cantidad sino la calidad. Una investigación de la Facultad de Agronomía de la UBA y el INTA analizó la provisión de servicios ecosistémicos en 45 municipios urbanos y periurbanos del Área Metropolitana de Buenos Aires, que pandemia mediante mostró sus dotes de paquidermo. El estudio revela que la mayoría, incluida la Ciudad, no alcanza el promedio de los bienes y servicios que deberían brindar sus espacios verdes, en relación a la superficie urbanizada y la cantidad de habitantes.
El trabajo fue realizado por Florencia Rositano, investigadora asistente del CONICET y de la cátedra de Extensión y Sociología Rurales de la FAUBA, y por Gabriela Civeira, investigadora en el Instituto de Suelos del INTA y docente de la Facultad de Agronomía y Ciencias Agroalimentarias de la Universidad de Morón.
“La CABA no tiene buena provisión de servicios de los ecosistemas. De los cuatro tipos de usos, están todos en negativo, por debajo del promedio. Tanto en áreas verdes como en el uso intensivo, extensivo y agricultura urbana”, dice Rositano a Diario Z.
¿Qué es un servicio del ecosistema? “Es todo proceso o funcionamiento que se da en cualquier ecosistema, tanto natural, como agrícola y urbano. Son dos grandes grupos: bienes ecosistémicos tangibles, con valor en el mercado: los commodities, la leche, la carne, la lana. Y los servicios del ecosistema que no son tangibles, que no tienen valor de mercado: control de contaminación del aire, el disfrute del paisaje, la polinización de abejas y pájaros, control de inundaciones”.
¿Qué pasa cuando hay déficit de acceso al verde? Rositano es tajante: “Hay una pérdida de salud, pero también una pérdida cultural. La posibilidad de sentarte en una plaza con tranquilidad, disfrutar del aire, de los pájaros. Estar en un espacio verde te da esa posibilidad. En la Ciudad vivimos en un departamento o en una casa sin jardín. El espacio verde genera satisfacción, la salud es muy beneficiada en relación a la cantidad de espacio verde”.
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CABA vuelve al nivel de contaminación del aire pre-pandemia

 

La contaminación del aire en la Ciudad de Buenos Aires volvió a niveles previos a la cuarentena

Fecha de Publicación
: 13/08/2020
Fuente: InfoBae
Provincia/Región: Nacional


Tras los primeros días del aislamiento, la concentración de monóxido de carbono, óxidos de nitrógeno y partículas sólidas habían bajado hasta un 70%
Un estudio de la Facultad de Agronomía de la UBA detectó que, a causa de una mayor circulación de autos, la contaminación del aire en la Ciudad de Buenos Aires volvió a los valores previos a la cuarentena por coronavirus, luego de haber caído a cifras mínimas hacia fines de marzo.
Al establecerse en marzo la cuarentena por la Covid-19, los niveles de monóxido de carbono, óxidos de nitrógeno y partículas sólidas menores a 10 micrones bajaron hasta 70% su concentración.
Sin embargo, “poco duró aquel azul profundo en el cielo: a mediados de mayo, el tránsito vehicular aumentó y la contaminación volvió a los valores ‘normales’”, afirma Leonardo Serio, investigador de la Facultad de Agronomía de la UBA que analizó la calidad del aire de la ciudad y advirtió sobre la necesidad de contar con más y mejores mediciones.
“La idea fue estudiar la calidad del aire en CABA antes y después de instaurada la cuarentena por la COVID-19. Para esto comparé el período del 1º de marzo al 31 de mayo de este año con el mismo período del 2019”, añadió.
“Como indicadores, -explicó Serio, docente de la cátedra de Climatología y Fenología Agrícolas de la Fauba-, tomé tres contaminantes que en altas concentraciones pueden ser nocivos para la salud, como el monóxido de carbono, los óxidos de nitrógeno y las partículas sólidas menores a 10 micrones”, detalló.
Los resultados -difundidos por Sobre La Tierra, el Servicio de Divulgación Científica y Tecnológica sobre Agronomía y Ambiente de la Fauba- pusieron en evidencia que en los primeros diez días de la cuarentena ocurrió una caída notable de la concentración de los tres contaminantes, en comparación con los niveles “normales”.
La disminución fue del 70% en los óxidos de nitrógeno, del 30% en el monóxido de carbono y del 40% en el material particulado. Esto se mantuvo los últimos 10 días de marzo y todo abril, salvo para los óxidos de N, que luego achicaron la diferencia al 40%.
“Lo llamativo es que este fenómeno sólo duró hasta el final de abril. A partir de mayo, la concentración de los tres contaminantes volvió a los valores normales precuarentena, lo cual tiene que ver directamente con el aumento de la circulación de vehículos en la ciudad”, insistió.
El nivel de contaminación del aire en la Ciudad de Buenos Aires es -según Serio- mucho más bajo que en otras grandes ciudades de América Latina como México y San Pablo, algo que se explica en parte por su ubicación geográfica.
Otras -como Santiago de Chile y Bogotá-, a pesar de ser más pequeñas tienen problemas graves de polución por su condición geográfica, tienen menos posibilidades de que el aire se mezcle y se ‘limpie’, señaló el docente y precisó que “a la luz de la comparación, el aire de CABA está bastante bien”.
Desde hace 10 años el Gobierno porteño mide continuamente la calidad de aire en tres lugares de la ciudad, con estaciones automáticas que se ajustan a los estándares internacionales de la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos. Estos puntos de monitoreo están ubicados en los barrios de Caballito, San Nicolás y La Boca. Desde 2018, se sumó una cuarta estación en Villa Soldati.
Al respecto, el especialista consideró: “Esta cantidad de estaciones sería insuficiente si nos comparamos con otras ciudades de América Latina: Santiago de Chile tiene una red con 13 estaciones de medición, Bogotá también tiene 13 y México posee más de 20”.
“Además -agregó-, no sólo es cuestión de cantidad, en CABA no tenemos registros oficiales de mediciones de material particulado menor a 2,5 micrones, que es el más perjudicial para la salud, ni tampoco se publican datos de ozono o de dióxido de azufre”, concluyó Serio.
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Polémico proyecto de granjas de cerdos chinas



Polémica con China: lanzan una campaña para detener la instalación de granjas industriales de cerdos

Fecha de Publicación
: 23/07/2020
Fuente: Perfil
Provincia/Región: Nacional


En menos de cuatro horas, ya hubo miles y miles de adhesiones al documento ''No queremos transformarnos en una factoría de cerdos para China, ni en una fábrica de nuevas pandemias'', convocado por artistas, activistas, periodistas y red de abogados ambientalistas. Lo que busca el documento es frenar un acuerdo entre la *Argentina *y *China *para producir nueve millones de toneladas de carne porcina de alta calidad, lo que implicaría para pasar de producir 6/7 millones de cerdos por año a 100 millones.
Esto se debe a la crisis de la *Peste Porcina Africana *(PPA) en /China/, que, de acuerdo a un documento publicado en el blog "Pacto Socual y Económico" , “ya *generó la matanza de 180 a 250 millones de cerdos chinos para evitar la propagación del virus y estiman que erradicar la enfermedad les podría demandar más de 10 años*. La matanza fue de modo sumamente crueles como quemarlos o enterrarlos vivos, y eso disminuyó la producción entre un 20 y un 50 por ciento”.
*Información oficial*. El 6 de julio pasado, la cancillería argentina  difundió una comunicación entre el *Ministro de Relaciones Exteriores y Culto*,*Felipe Solá*, y el ministro de *Comercio de la República Popular China*, *ZhongShan*, donde se anuncia una “asociación estratégica” entre ambos países, referida a la producción de carne porcina y se anuncia una “inversión mixta entre las empresas chinas y las argentinas” para “producir 9 millones de toneladas de carne porcina de alta calidad”, lo que “le daría a China absoluta seguridad de abastecimiento durante muchos años”.
PERFIL se comunicó con Cancilleria y el vocero oficial le anunció a este medio que ''aún no hay acuerdo y que se tendrán en cuenta las prevenciones planteadas y que aún no hay fecha estimada para el lanzamiento''.
La periodista Soledad Barruti advierte que ''aún estamos a tiempo de dejar de entregarnos a un *agronegocio suicida*'', que ella compara con el Programa Pura Soja de 1996, "donde a raíz de un acuerdo de Felipe Solá, nos convertimos en los grandes alimentadores de cerdos de China a raíz del monocultivo de soja''.
''Pero ahora en vez de alimentar con nuestra soja a los cerdos chinos, Vamos a pasar a entregarles a los animales directamente. Con todo lo que implica la *cría industrial*, *zoonosis *de todo tipo, y la *resistencia bacteriana*. *800 mil personas mueren por año por eso*. Además de la *contaminación *del aire, agua, y profundización de un modelo agroindustrial que venimos denunciando'', le explica a PERFIL, *Marcos Ezequiel Filardi *(abogado de derechos humanos y soberanía alimentaria).
Según fuentes oficiales, la Asociación Argentina de Productores Porcinos (AAPP) y la Asociación China para la Promoción y el Desarrollo Industrial de China (CAPID) impulsaría inversiones por USD 27.000 mil millones en los próximos 4 a 8 años.
*Maltrato animal*. Según Barrutti, los cerdos al ser hacinados en cubículos, luchan por escaparse mordiendo y golpeando los barrotes metálicos, lesionándose y provocándoles problemas mentales y físicos. Por eso se les arrancan los colmillos y la cola que por el estrés es lo primero que se lesionan. Su sufrimiento es constante y muchos padecerán problemas respiratorios.
Por su parte, el abogado Enrique Viale, agrega a PERFIL "Pasamos de "Vaca Muerta" a "Cerdo Muerto".
Las primeras firmas del documento son  Soledad Barruti (periodista y escritora), Maristella Svampa (socióloga y escritora), Guillermo Folguera (CONICET-UBA/Biologo-Filosofo), Marcos Ezequiel Filardi (abogado de derechos humanos y soberanía alimentaria), Enrique Viale (abogado ambientalista), Elizabeth Jacobo (FAUBA), Miryam Kurganoff de Gorban (nutricionista y doctora honoris causa UBA y UNR), Gabriela Cabezón Cámara (escritora), Pablo Alabarces (Sociólogo/Investigador del Conicet), Beatriz Sarlo (ensayista y escritora), Patricia Pintos (Geógrafa/UNLP), Rafael Colombo (abogado ambientalista), Gabriela Massuh (escritora), Carlos Gamerro (escritor), Alejandra García, (Fundación Franz Weber), Jesusa Rodríguez (Senadora de la República Mexicana), Liliana Felipe (compositora), Erica Rivas (actriz), Leonor Manso (actriz), Patricia Zangaro (dramaturga).
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La Ardilla de vientre rojo ya es un problema nacional



Ardilla de vientre rojo: la especie invasora que preocupa al país

Fecha de Publicación
: 30/03/2020
Fuente: Infocampo
Provincia/Región: Nacional


Este roedor originario de Asia causa daños en ambientes rurales y urbanos, podría desplazar especies nativas y afectar la salud de los seres humanos. Universidades nacionales trabajan en conjunto para difundir y frenar esta invasión biológica.
La ardilla de vientre rojo (Callosciurus erythraeus) es un roedor originario de Asia que llegó a la Argentina en la década del setenta a la localidad bonaerense de Jáuregui. Desde allí se difundió hacia áreas rurales y urbanas, donde afecta negativamente aspectos ecológicos, de salud pública y de infraestructura. Al ser una especie carismática, las personas la capturan, transportan y liberan en diversos lugares. Ya se la detectó en Córdoba, Mendoza y Santa Fe.
Un estudio conjunto entre la Universidad Nacional de Luján (UNLu) y la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) confirmó su presencia en cuatro sitios nuevos de CABA y resaltó la necesidad de dar a conocer y detener esta invasión biológica.
Clausuraron criaderos de cerdos en Navarro por no cumplir con exigencias sanitarias
Ocurrió en Villa Moll, en las cercanías del partido bonaerense. Los predios fueron intimados a trasladarse al ejido rural, ya que funcionaban en la zona urbana.
“Hace más de 40 años, un empresario belga trajo a la ardilla de vientre rojo con motivos ornamentales. Se cree que no más de cinco individuos originaron la población que se estableció, creció y se expandió por todo el partido de Luján y por otros partidos vecinos. La ardilla no solo se transporta sola. Además, muchas personas, al percibirla atractiva, la capturan y la llevan de un lugar a otro”, contó Mariela Borgnia, docente e investigadora de la UNLu.
En este sentido, agregó que para evitar el traslado de este roedor es importante que la gente conozca los impactos negativos que puede causar.
“Daña a los árboles, ya sea comiendo sus frutos, sus semillas o sus cortezas, y reduce la cantidad y calidad de los productos forestales. En ecosistemas nativos representa un riesgo potencial para árboles y mamíferos autóctonos. En paisajes urbanos, roen cables, mangueras y caños, y provocan cortes de luz y de agua”.
Borgnia también se refirió a los riesgos que puede significar el roedor silvestre para la salud de la población humana. La investigadora hizo mucho hincapié en que es portador de la bacteria que transmite la leptospirosis.
“Por eso, es muy importante que las personas no toquen a las ardillas, y que eviten el contacto con sus heces y orina. Hay que tomar las mismas precauciones que con una rata”.
Ya se detectaron poblaciones de Callosciurus en Mendoza, en dos localidades de Santa Fe, en el pueblo cordobés de la Cumbrecita y en diversas zonas de Buenos Aires.
“Hace algunos años, escuchamos que la ardilla se encontraba en CABA, pero se trataban de individuos aislados. Ahora confirmamos con relevamientos y encuestas que existen al menos siete lugares en donde se liberaron ardillas, que podrían dar lugar a poblaciones estables en el futuro. El predio de la Ex-ESMA, el jardín botánico de Palermo y el parque de la FAUBA son algunos de los sitios afectados”, destacó Borgnia a partir del estudio que publicó en la revista científica Agronomía & Ambiente, junto con Silvia de Bargas y Alejandra Valverde, docentes de la cátedra de Producciones Animales Alternativas de la FAUBA.
“Hay que prevenir que la población de ardillas crezca y comience a ser un problema en CABA. Por eso, le pedimos a la gente que cuando vea a este roedor, avise a las autoridades. Generalmente, en los primeros 5 años, la población de ardillas crece sin causar grandes daños y por eso no se realizan denuncias. Cuando son pocas, no se ven tan fácilmente, pero están viviendo y colonizando el lugar. Una vez que los perjuicios son visibles, es más complejo manejar la población porque ya se encuentra en mayor número”.
Las ardillas requieren ambientes arbolados para desarrollarse y se acostumbran muy bien a la vida urbana. Se mueven de árbol en árbol por cables, alambrados y techos de casas. La investigadora profundizó en los posibles impactos negativos que este roedor puede provocar en estos ambientes.
“En Luján ya sucedió que la especie invasora dañó cables y provocó que gran parte de la población se quede sin luz”, explicó.
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UBA muestra un nuevo método de producción para el agro



La UBA y el CREA recuperan servicios ecosistémicos y potencian la biodiversidad pampeana

Fecha de Publicación
: 20/03/2020
Fuente: InfoCampo
Provincia/Región: Buenos Aires


Dentro de los paisajes rurales, las áreas agrícolas no cultivadas brindan beneficios al ser humano, ya que aumentan la diversidad biológica, proveen flores melíferas, potencian la polinización, mejoran el control de plagas y dan refugio a las aves, entre otros.
Investigadores de la UBA y productores del CREA trabajan en conjunto para introducir vegetación con flores melíferas en áreas no cultivadas al norte de la provincia de Buenos Aires, con el objetivo de promover la biodiversidad y valorizar los servicios ecosistémicos.
En las décadas del ’70 y ’80, las terrazas y las vías vegetadas fueron herramientas de manejo frecuentes en la Pampa Ondulada para controlar la erosión hídrica de los suelos. Luego, al llegar la siembra directa, cayeron en desuso.
Dado que la erosión continuó, hoy, ambas prácticas volvieron a ser usadas, pero con una particularidad: también sirven como fuente de biodiversidad vegetal y animal. Un proyecto conjunto entre la UBA y el Consorcio Regional de Experimentación Agropecuaria (CREA) busca, a partir de esas franjas vegetadas, recuperar y valorizar funciones ecológicas en los agroecosistemas, tales como la polinización, y generar protocolos de manejo que los productores puedan aplicar sencillamente.
Santiago Poggio, docente de la cátedra de Producción Vegetal de la Facultad de Agronomía de la UBA y director del proyecto ‘Diseño e Implementación de Instrumentos para Promover la Biodiversidad en Agroecosistemas Pampeanos’, señaló la necesidad de pensar la agricultura más allá de producir alimentos, fibras o biocombustibles. “La perspectiva debe ser amplia, ya que los paisajes agrícolas brindan otros beneficios al ser humano. En particular, en áreas no cultivadas, encuentran hábitats plantas y animales silvestres que brindan servicios —desde aumentar la biodiversidad hasta proveer flores melíferas, polinización, control de plagas, refugio de aves, etc.— claves para sostener la productividad de la agricultura”.
“Los primeros resultados experimentales del proyecto los obtuvimos en parcelas pequeñas en la FAUBA. Encontramos una combinación muy satisfactoria de especies forrajeras con flores melíferas: trébol blanco, trébol rojo, tréboles de olor y achicoria. Los resultados preliminares sugieren que este conjunto de especies aumentaría la cantidad de flores ofrecidas y alargaría la oferta estacional. La mezcla posee dos ventajas; la primera es que a esas plantas las visitan muchas abejas e insectos polinizadores, y la segunda es que son especies conocidas por los productores, lo cual, en principio, facilitaría su introducción”, explicó Poggio, quien también es investigador del Conicet.
En este sentido, Santiago añadió que un segundo resultado al que él y sus colaboradores arribaron tras el primer año de experimentación es que, una vez que se comience a llevar esta tecnología a situaciones productivas, para asegurar el establecimiento del conjunto de especies forrajeras de la mencionada mezcla será necesario realizar una única aplicación de herbicidas al inicio. Ello permitirá lograr una supervivencia adecuada de las plantas y una buena oferta de flores melíferas.
Poggio afirmó que este año comenzarán a trabajar a campo con productores de la región CREA-Norte de Buenos Aires para agregar la mencionada mezcla de semillas a las terrazas y franjas vegetadas. “La condición para que la flora natural más la que se añada pueda establecerse y perdurar en las franjas y terrazas es que los productores se comprometan a no aplicar herbicidas ni insecticidas, tal como lo hacen en las partes cultivadas. Lo ideal es que manejen estas áreas vegetadas con, por ejemplo, cortes periódicos”.

Con el foco en las personas
“Aunque parezca mentira, las superficies sin cultivar cubren una proporción considerable de los paisajes agrícolas. Me refiero, por ejemplo, a caminos, banquinas, vías férreas y alambrados. Son espacios menos perturbados donde puede residir una fauna y flora silvestre capaz de brindarle diversos beneficios al ser humano. Puntualmente, me refiero a los llamados servicios ecosistémicos”, sostuvo Santiago.
Asimismo, agregó: “Cuando hablamos de servicios ecosistémicos, ponemos en el centro a la sociedad, ya que todos usamos productos que vienen de la agricultura o de la naturaleza. Estos servicios tienen que ver con la producción de alimentos, fibras, biocombustibles y bienes. También se relacionan con el soporte de la vida, como en el caso de las comunidades microbianas del suelo, que ayudan a ciclar la materia orgánica y a sostener la fertilidad”.
Poggio también resaltó la importancia de otros servicios clave para la agricultura. “Por ejemplo, si falla la polinización en el cultivo de girasol, que depende de estos insectos, no se cosecharán granos ni se obtendrá aceite. Y podemos también mencionar la regulación de plagas por parte de ciertos insectos benéficos, o de roedores que consumen semillas de malezas, o de sapos y ranas que consumen insectos”.
En último lugar, pero no menos importante, el docente mencionó que existen servicios ecosistémicos vinculados con las necesidades recreativas y espirituales de la gente. “Podemos encontrar valores escénicos en un paisaje, ya sea porque tiene sierras o cierto tipo de vegetación, o porque permite avistar aves, practicar la pesca u otros deportes, tomar fotos o hacer un pic-nic. Nuestro proyecto también busca valorizar estos servicios”.

Área que no has de cultivar…
Poggio destacó que entre los productores agropecuarios existe una preocupación por la vegetación de las áreas no cultivadas como fuente potencial de plagas y malezas. Eso los lleva a aplicar en esos espacios los mismos insecticidas y herbicidas que usan en sus lotes. De esta manera, y sin quererlo, se produce la selección de ciertas especies resistentes a esos agroquímicos y una reducción general de la biodiversidad que puede prestar los servicios antes mencionados.
“Si logramos establecer un manejo de la vegetación espontánea que no se base en aplicar herbicidas, ya sea con cortes o con otras herramientas, podemos ver la posibilidad de reintroducir especies que tengan algún interés o atenuar el problema de las malezas. Para implementar un manejo estratégico va a ser necesario trabajar en conjunto con los productores”, aseveró.
El docente profundizó su explicación agregando que el manejo de la vegetación espontánea sin usar herbicidas es una preocupación actual de los productores cuyos campos están alcanzados por las zonas de exclusión de aplicación de agroquímicos cuando los campos están ubicados cerca de zonas urbanas, áreas pobladas o escuelas rurales.
“Nuestro proyecto está financiado por la UBA y tiene como beneficiario al CREA, busca generar un protocolo o cuaderno técnico, apoyado por material multimedial, que contenga una serie de lineamientos de fácil aplicación por el productor y que le demanden poco tiempo y recursos”, cerró Santiago Poggio.
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UBA demuesta que el glifosato es tóxico para las abejas



Un estudio demuestra que el glifosato tiene un impacto negativo en las abejas de miel

Fecha de Publicación
: 17/10/2019
Fuente: InfoCampo
Provincia/Región: Nacional


El estudio en conjunto entre dos facultades de la UBA encontró que la presencia de este agroquímico en el alimento de las larvas impactó de forma negativa en su supervivencia al retrasar su crecimiento y disminuir el tamaño que alcanzan de adultos.
Según el Servicio de Prensa y Divulgación Científica y Tecnológica de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires(SLT-FAUBA),asegura que “la abeja de la miel es la polinizadora principal de muchos cultivos agrícolas. En los campos, el insecto debe convivir con una gran cantidad de agroquímicos en el ambiente. Sin embargo, existen pocas investigaciones que abordan los impactos de estos compuestos sobre el polinizador”.
En este contexto, un estudio de las facultades de Agronomía de la UBA (FAUBA) y de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA (FCEN) analizó el efecto del herbicida que más se usa en el mundo, el glifosato, sobre el desarrollo de las larvas de esta abeja.
“El herbicida se aplica en los agroecosistemas para evitar que las malezas reduzcan los rendimientos de los cultivos. Cuando las abejas se alimentan de las flores, muchas veces llevan glifosato a la colmena. Entonces, en el momento que nacen las larvas dentro del panal, ingieren miel con trazas de este agroquímico. Nosotros quisimos ver cómo esto afecta su desarrollo”, explicó Jorge Zavala, docente de la cátedra de Bioquímica de la FAUBA e investigador del instituto INBA (UBA-Conicet) al portal de noticias científicas.
“Para eso, criamos larvas de abeja en el laboratorio y les proporcionamos alimento con glifosato, una situación similar a la que podría ocurrir en un entorno agrícola. Lo que encontramos fue que las larvas se desarrollaron más lentamente; es decir, muchas de ellas tardaron más en convertirse en adultas y alcanzaron pesos más bajos que las que no ingirieron glifosato. Estos resultados muestran que, aun cuando las dosis que usamos no fueron letales, las consecuencias a largo plazo serían negativas para la supervivencia de las abejas”, advirtió Walter Farina, docente del Departamento de Biodiversidad y Biología Experimental de la FCEN e investigador del Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias(FCEN-UBA/IFIBYNE-Conicet).
Sobre la base del estudio publicado en la revista Plos One, que surgió de la tesis doctoral de Diego Vázquez (IFIBYNE-Conicet), Walter señaló que al crecer más lentamente —hasta un 40%— algunas abejas podrían no llegar al estado adulto, y si lo consiguieran, lo harían con un tamaño pequeño —hasta un 30%—. Esto implica niveles de reservas menores y un sistema inmune empobrecido, lo cual reduce la probabilidad de que la colmena sobreviva a períodos de bajos recursos y puede alterar su dinámica poblacional.
SLT-FAUBA sostiene en su publicación que “de todas formas, Zavala aclaró que a pesar de que la información genética dentro de la colmena era la misma, las abejas respondieron diferente a los efectos del glifosato. Esto se relacionó con la ocurrencia (o no) de situaciones previas de estrés de exposición al glifosato. El efecto tóxico de este herbicida también fue evaluado mediante el análisis genético de los insectos”.

Detox
Zavala afirmó que todos los animales tenemos la capacidad de reducir el impacto de ciertas sustancias tóxicas que contienen los alimentos. “Por ejemplo, estos mecanismos nos permiten detoxificar la cafeína del café. Podemos detectar cuándo están funcionando al mirar la ‘actividad’ de ciertos genes. Los insectos también tienen esos genes, que les sirven para reducir la toxicidad de los insecticidas”.
El científico añadió a SLT-FAUBA que hasta hace un tiempo se creía que el glifosato sólo afectaba a las plantas, pero que en su investigación observaron los genes de las abejas para confirmar que resultó tóxico para ellas. “Pudimos detectar efectos negativos a pesar de que usamos dosis de glifosato más bajas, incluso, que las que encontramos en las colmenas a campo”.

¿Hay futuro?
“A partir de investigaciones similares a la nuestra sabemos que las abejas expuestas al glifosato pueden tener dificultades para percibir el dulzor de un néctar y también para aprender la relación entre un olor floral y la recompensa. Esto agrava la situación de las polinizadoras, ya que la flora nativa en los agroecosistemas está empobrecida y cada vez se deben esforzar más para hallarla”, contó Farina.
Además, para concluir, Farina indicó que las colmenas sufren impactos negativos más complejos que los que hallaron en sus estudios en laboratorio, ya que en los campos existe una complejidad mayor. “Se aplica más de un agroquímico y las colmenas sufren muchos otros estreses que producen respuestas diferentes en las abejas. Por ello, a futuro vamos a continuar y profundizar estas investigaciones conjuntas en lotes productivos”, concluye la publicación de Sobre La Tierra.
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Caso Pergamino: Casafe sigue insistiendo con la BPA

Casafe “confía” en que se apele y revierta el fallo sobre agroquímicos en Pergamino

Fecha de Publicación
: 14/09/2019
Fuente: Clarin
Provincia/Región: Buenos Aires


La entidad aseguró que los herbicidas y plaguicidas son seguros si se los usa correctamente y advirtió sobre el riesgo de establecer áreas de exclusión de esta escala.
En un comunicado, la Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes fijó posición sobre la decisión de la Justicia Federal de San Nicolás que en un fallo estableció distintas de 1.095 metros de las zonas urbanas de Pergamino para pulverizaciones terrestres de agroquímicos y de 3.000 metros para las aplicaciones aéreas
“Desde Casafe respetamos las decisiones judiciales y confiamos que al apelar esta medida se revierta, fundada en el análisis integral de la información adicional, dada la gran cantidad de estudios disponibles sobre la seguridad de los agroquímicos, y del sistema regulatorio”, planteó la entidad.
Los agroquímicos son productos regulados y aprobados por el Senasa -recordó la entidad-, que realiza una evaluación de riesgo en base a los informes toxicológicos (incluida la genotoxicidad) y ecotoxicológicos, llevados adelante por laboratorios nacionales e internacionales bajo la certificación de calidad “Buenas Prácticas de Laboratorio”, en base a protocolos validados de la Ocde (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos). “La seguridad de los agroquímicos es categórica, siempre que se manipulen responsablemente, bajo estándares de buenas prácticas agrícolas”, insistieron desde Casafe.
La entidad argumentó que esta medida de amplia restricción, genera toda una zona liberada para la formación de plagas, que no solo afectan la productividad de las áreas vecinas, sino que también pueden ser perjudiciales para la salud de toda la comunidad de Pergamino. “Por esta razón, es importante que no existan zonas de exclusión, sino de amortiguamiento, en donde se aplican productos con determinadas condiciones climáticas y bajo la supervisión de un profesional”, se explica en el comunicado.
Más de 35 jornadas de aplicación de fitosanitarios realizadas por el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación demuestran que siguiendo las buenas prácticas agropecuarias, se minimiza el alcance de los agroquímicos por fuera del cultivo a menos de 10 metros de distancia para el caso terrestre y a 44 metros en la aérea.
“Está disponible, además, el documento de recomendación del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación a la cual adhieren muchas instituciones, en el que se sugiere contemplar 100 metros de distancias para la aplicación terrestre y 200 metros para el caso aéreo”, recordó Casafe.
Respecto a la posible presencia de agroquímicos en el agua, la última información pública del municipio de Pergamino, en base a un informe realizado por la Autoridad del Agua, es que el agua es potable con límites permitidos considerados seguros por los organismos internacionales, incluidos el Senasa.
Además, el comunicado de Casafe recuerda que un reciente estudio realizado en la localidad de Pergamino por la Facultad de Agronomía de Buenos Aires (Fauba) llevado a cabo por toxicólogos, en donde se evaluó el nivel de exposición humana a agroquímicos en individuos que viven en zonas rurales o que trabajan en cultivos transgénicos, encontró niveles de exposición mucho más bajos de los permitidos legalmente.
“La clave está en la concientización del uso responsable de agroquímicos, las buenas prácticas agrícolas y la implementación de un estricto control para que esto se cumpla”, concluyó la entidad.
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