Por qué se alienta la sojización

Por qué se alienta la sojización

Fecha de Publicación: 05/11/2009
Fuente: La Voz del Interior - Por Néstor Roulet *
Provincia/Región: Nacional



* Ingeniero agrónomo - ex vicepresidente deConfederaciones Rurales Argentina (CRA)

Para que una producción agropecuaria sea sustentable en el tiempo, se necesita hacer rotaciones (para la conservación de la estructura del suelo) e incorporar los nutrientes sustraídos en cada cosecha. Al Gobierno no le interesa la sustentabilidad técnica del sector, ya que su política actual está enmarcada en una acción totalmente recaudatoria –al manejar el poder con el dinero, necesita sin dudas de los recursos– sin importarle el futuro de nuestros suelos.
El Gobierno apuesta a una mayor siembra de soja, echando las vacas del campo, o encerrándolas, castigando la siembra del maíz y trigo –gramíneas fundamentales para la rotación agrícola– y desalentando la fertilización con bajos márgenes.
Si sacamos la cuenta de cuánto recauda el Gobierno por hectárea de retenciones por las producciones pecuarias (tambos y ganadería) y las comparamos con la soja (ver aparte Recaudación...), observaremos por qué no dudamos de su política para desalentarlas.
Ante esta realidad recaudatoria y por llevar adelante una política de precio que nace de una hipótesis falsa: “Si el novillo en pie está barato, va a estar barata la carne en el mostrador, y si la leche en el tambo está barata, va a estar barata la leche en las góndolas”, el Gobierno no sólo incentiva que desaparezcan las vacas del campo –dejando sin márgenes económicos positivos a los sectores pecuarios– sino que, al mismo tiempo, incentiva a encerrarlas –para tener más hectáreas disponibles para cultivar– mediante herramientas como son las compensaciones a los feedlots.
Por lo cual, entre el menor stock ganadero y la mayor cantidad de animales encerrados, estamos perdiendo año a año la posibilidad de hacer una rotación agrícola-ganadera sustentable.
Menos trigo y maíz. Si bien la rotación agrícola-ganadera está disminuyendo, la esperanza, sin duda, es que– si bien prevalece la producción agrícola– ésta pueda hacerse como corresponde: con rotaciones entre gramíneas y leguminosas. Si bien en la actualidad el 90 por ciento de la agricultura se hace con manejos conservacionistas, si junto a ello no reponemos los nutrientes y no hacemos la rotación correcta, la capacidad productiva del suelo se verá afectada.
Aunque la proporción ideal de las rotaciones es muy difícil de alcanzar – 50 por ciento– hace 10 años estábamos cerca de esta ecuación. Hoy, no sólo estamos lejos de ese 44 por ciento de participación de gramíneas de la siembra total –sólo llegamos al 22 por ciento–, sino que hay que sumarle la falta de reposición de nutrientes, por lo que la situación es realmente alarmante.
¿Por qué llegamos a esta situación? No hay duda de que si calculamos lo que obtiene el Gobierno por cada hectárea sembrada y a la premisa recaudatoria le sumamos la política de precio del Gobierno nacional, en la que con la hipótesis de que si “el trigo está barato, va a estar barato el pan en las panaderías” (totalmente falsa, ya que pagan por la materia prima para hacer un kilogramo de pan 0,60 centavos por kilogramo, y el pan está a cinco pesos el kilogramo), se entiende por qué desalienta la siembra de trigo y maíz.
¿Cómo lo hace? Bajando el precio que recibe el productor por tonelada tanto de trigo como de maíz y sacando del escenario a parte de la competencia: primero, fueron los exportadores, al cerrar las exportaciones o mediante la entrega discrecional de los ROE; en segundo turno, a través del último arreglo con los mismos exportadores, a los molinos harineros, al ser los exportadores los únicos actores, con la obligación de vender en el mercado interno.
A esto hay que sumarle tres herramientas de sobornos a los eslabones intermedios de la cadena: los llamados telefónicos de parte de la Secretaría de Comercio Interior –los famosos “aprietes”–, la utilización de la Afip –“si no hace lo que digo, le mando la inspecciones”– y las compensaciones de la Oncca –“si no hace lo que digo, no le pago las compensaciones”–. Por último, la presión tributaria mediante las retenciones. Estas acciones para bajar el precio del trigo y del maíz –quitar transparencia al mercado y mayor presión tributaria– ocasionan bajos márgenes por hectárea, desalentando su siembra.
¿Cómo hacer para que se vuelva a sembrar la misma cantidad de gramíneas que en el período 2000/01? Transparentando los mercados (que el productor cobre el FAS probable) y sacando las retenciones. El margen bruto de los cultivos actuales, en el que claramente la inclinación del productor va a hacer que siembre soja, y la situación de los márgenes brutos del trigo y del maíz con mercados transparentes y sin retenciones, en los que, con seguridad, el productor va optar por las gramíneas nuevamente.
¿Por qué el Gobierno no quiere transparentar los mercados ni sacar las retenciones del trigo y del maíz, para que se siembren más gramíneas? En este punto, vamos a hacer el análisis mediante dos escenarios probables:
Escenario 1: el Gobierno nacional baja las retenciones del trigo y del maíz para incentivar la siembra y alcanzar por lo menos el 44 por ciento de gramíneas (igual que en la campaña 2000/01), para hacer una agricultura sustentable en el tiempo.
Escenario 2: el Gobierno nacional no baja las retenciones, ni transparenta los mercados del trigo y del maíz, desalentando sus siembras e incentivando la sojización. Éste es el probable escenario de la campaña 2009/10.
Conclusiones. Ante la disyuntiva entre recaudar más o hacer una política sustentable en el tiempo, con seguridad un Gobierno con “sentido común” elegirá esta última.
Primero, pensando en las futuras generaciones y, segundo, porque con el correr de los años –con suelos con menos estructura y fertilidad– tendrá menos recaudación por menor producción.
Para hacer un sistema sustentable en el tiempo, la única manera de hacerlo es devolviéndole la rentabilidad y previsibilidad a sectores como la ganadería, la lechería y a los cultivos de trigo y maíz.
Está claro que por cada hectárea que ocupen las vacas, el trigo o el maíz, son menos hectáreas que se sembrarán con soja.
Las acciones del Gobierno actual –de expulsar las vacas del campo y no querer transparentar el mercado ni bajar las retenciones del trigo y del maíz– nos indican que sólo le interesa “la caja”, ya que si se incentiva un modelo sustentable en el tiempo (Escenario 1) la pérdida de recaudación podría superar los tres mil millones de dólares, según nuestros cálculos.
Entonces, la pregunta es: ¿cuánto perdemos “de futuro” por esta política extractiva?

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