Neuquén: El desierto avanza ...

Neuquén: El desierto avanza como una sombra sobre la provincia

Fecha de Publicación: 29/11/2009
Fuente: La Mañana Neuquén
Provincia/Región: Neuquén



El proyecto GEF Patagonia tiene la mira puesta en este lugar para luchar contra la desertificación, mediante la aplicación de técnicas de manejo sustentable de tierras.
El viento barre la tierra y forma paredes de arena que se multiplican con el paso del tiempo sobre la cuenca del “Bajo Añelo”. Aguada San Roque, uno de los pueblos más jóvenes de la provincia, sufre un proceso de desertificación al extremo. Es que el agua escasea. La sequía vuelve gris las plantas y el esqueleto de una vaca, recostado al pie de una casa de piedra y barro deshabitada, anticipa el ocaso de muchos animales hacia el cerro Auca Mahuida. El campo ya no es el mismo.
“Está malo, no tiene monte”, dice María Rosa Zúñiga, una productora rural de la zona que llegó de Zapala hace más de 40 años. Tiene 63 y mira el horizonte como queriendo recuperar el campo que se fue. A su costado, Viviana Moyano intenta ofrecer mejor vida a los habitantes de Aguada San Roque.
Ella se crió en un puesto cercano al cerro Auca Mahuida. “Donde había pasto alto quedan ramas peladas”, advierte. Hoy preside la Comisión de Fomento. Y su hermano Claudio coordina las áreas de Producción y Deporte. Es joven y desanda los caminos de un desierto que no doblega su espíritu y conoce en detalle.
“Los animales están flacos, muchos se mueren. Es que la pastura está seca, llueve menos. Las pariciones ya no son abundantes. Acostumbrados a señalar 500 chivos, este año señalamos 150 en promedio”, reflexiona. Cerca de la comisión, nos enseña uno de los “peladeros” donde la tierra es la nada misma. Allí, la cobertura vegetal no tiene retorno.
“Son desiertos creados por el hombre que no se pueden recuperar. No son desiertos ecológicos”, aclara Daniel Pérez, profesor de la Universidad Nacional del Comahue (UNCo), que estudia la desertificación y rehabilitación de ecosistemas degradados en el territorio patagónico.
En otras zonas conviven algunas especies, las que pudieron adaptarse al ambiente. Al paso es posible encontrar “vidrieras”, plantas de hojas pequeñas y carnosas que sirven para elaborar jabones. Así llama la gente del pueblo lo que los científicos denominan Suaeda Divaricata.
Algunos espejos de salitre marcan la tierra, donde en otro momento brotaba el agua de surgiente. Y dos remolinos de viento se forman a lo lejos, más allá de las dunas y los peladeros; de las instalaciones de una empresa petrolera vecina a San Roque; de las viejas picadas y playones, donde el ecosistema nunca volvió a su estado original.

Contrastes
La contracara es una huerta del PRODA gestada por las manos de su pueblo, un criadero de pollos y los panes de césped que recubren la única plaza, traídos de Centenario. Ocurre que el viento no perdonó siquiera las semillas de pasto que sembró la Comisión de Fomento. Allí, este factor climático suele ser muy frecuente.
El día que la lluvia despertó a la capital neuquina hace pocos días atrás, en Aguada San Roque no cayó una sola gota de agua. En cambio, el viento fue una tormenta de tierra. Y sus habitantes, hacedores de esperanza en medio del desierto. (Ver “Lo que sobra es voluntad…”)
Inhóspito y degradado, el desierto tiene limitaciones pero también potencialidades. “No es un lugar sin vida. Es una obra de arte que despierta admiración sólo en aquellos que lo saben conocer. Hay que cambiar la visión, ponerlo en valor y aprender a mirarlo”, sostiene Pérez.
Sobre lo árido asoma una planta de flores amarillas que esconde una riqueza no aprovechada aún por el hombre. Se la conoce como “melosa”, pero su nombre científico es Grindelia.
El uso potencial de su resina incluye varias aplicaciones: complementa la producción de resina de pinos y otras coníferas para la producción de madera y celulosa. Además, se puede utilizar para la fabricación de lacas, barnices, adhesivos, pinturas, papeles especiales, entre otras cosas.
Por eso, sobre zonas áridas y semiáridas se aconseja la introducción de especies nativas al cultivo como una alternativa productiva, aunque poco desarrollada, para luchar contra la desertificación. No es la única posibilidad, claro.

¿Qué se puede hacer?
“Existe un abanico enorme de alternativas para desarrollar”, asegura Pérez. Desde la producción de especies autóctonas y el aprovechamiento de las zonas áridas y semiáridas como fuentes de energía solar, hasta el desarrollo del ecoturismo y la acuacultura (actividad que aprovecha el agua de los acuíferos subterráneos para peces de aguas cálidas).
“Los desiertos también pueden ser sustentables”, enfatiza el especialista en la temática y actual coordinador de un proyecto que procura combatir la problemática de la desertificación en la provincia, el cual contempla a Aguada San Roque como un caso paradigmático. (Ver “Manejo sustentable de tierras”)
“Es duro vivir acá, pero queremos cambiar la realidad. No sé si podremos, pero es válido el intento, queremos llevar adelante este proyecto”, afirma Claudio. Mientras toman unos mates, Viviana comparte con María Rosa el deseo de una “vida mejor para todos” porque Aguada San Roque “tiene futuro”. “Hay que luchar y hacer algo para poder continuar. Si no nos vamos a quedar sin nada”, expresan.
Dicen que sobreviven al desierto. Pero no pierden las esperanzas. Valoran la tranquilidad que ofrece Aguada San Roque y recuerdan que sus orígenes son campesinos. Ese lugar es su morada y de allí no piensan irse: “Tenemos mucho por hacer y con esfuerzo se puede”.

Manejo sustentable de tierras
El GEF Patagonia es una iniciativa iniciada por el gobierno nacional para implementar los principios y las técnicas del Manejo Sustentable de Tierras (MST), con asistencia del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la participación de la Provincia.
La iniciativa tiene por objetivo final rehabilitar los ecosistemas hasta lograr restaurar su plena integridad, estabilidad y funciones.
Aguada San Roque sería el primer objetivo a encarar por el nivel severo de desertificación que presenta y la predisposición de su comunidad. “La solución puede pasar, por ejemplo, por el manejo de aguadas, ganado, producción de forraje y de plantas. Depende de las necesidades que expresen los habitantes”, apunta el coordinador de este proyecto en Neuquén, Daniel Pérez.
Agua es lo que se necesita, analiza María Rosa Zúñiga junto a los hermanos Moyano. “Se le pone mucho empeño a las aguadas”, señalan. Y comentan que para mejorar las surgientes se están construyendo tanques australianos en los puestos.
El agua que ellos toman es salada. “No hay surgientes dulces”, indica Viviana Moyano. Por eso, una vez al mes buscan este vital recurso en Añelo y recargan así los bidones de 200 litros para el consumo de la gente del pueblo. Su hábitat es hostil, pero puede ofrecer posibilidades varias de recuperación.
“Primero hay que lograr un acuerdo. Si podemos hacerlo tendríamos el apoyo del PNUD para superar los obstáculos”, agrega Pérez. El proyecto recién comienza a dar sus primeros pasos. Y las ganas de que resulte son manifiestas.
Hay antecedentes, pero estos son dispersos. “Se encuentran métodos para medir la desertificación pero no para medir la lucha contra la desertificación, el grado de avance”, observa.
Y aclara: “Este proyecto hace énfasis en la ganadería como factor principal de desertificación. Pero en realidad es el puntapié inicial en la resolución del problema”.

Las causas de la desertificación
La Patagonia sufre procesos de desertificación en un 85 por ciento, que afectan el sustento de la población en seis provincias. En Neuquén, el 92% de su superficie está desértica, siendo Aguada San Roque un caso emblemático de degradación extrema para visualizar la problemática.
La principal causa se atribuye al sobrepastoreo producido por un manejo que en muchos casos ha sobreestimado la receptividad de los predios donde se desarrolla la ganadería. También conspira la extracción de la leña, la prospección minera, la explotación de hidrocarburos y las obras viales.
La agricultura mecanizada en zonas áridas y semiáridas y las prácticas de irrigación inadecuadas, la mala gestión de los aportes y la falta de dedicación a la mejora de las tierras, los sistemas y políticas inapropiados de uso de las mismas, son otros factores que inciden en este proceso.
También impacta la sequía, el desmonte, los incendios de bosques y matorrales, o la deforestación causada por el aumento de la población. El viento, otro factor imponderable, favorece la erosión y desertificación levantando nubes de polvo que llegan hasta las Islas Malvinas.

Lo que sobra es voluntad
El pueblo de Aguada San Roque es un lugar de encuentro y descanso para los puesteros de la zona que suelen bajar a caballo después de la época de pariciones. Para muchos, son cuatro horas de viaje. Allí cuentan con una escuela albergue en torno de la cual se formó el pueblo inaugurado en 1999. Pero los niños deben continuar sus estudios secundarios en Añelo, localidad ubicada a unos 40 kilómetros, sobre la Ruta 7.
Tienen además una salida de primeros auxilios con dos agentes sanitarios, una pileta que utilizan para la colonia de verano y una cancha de vóley cuya arena es retirada de los médanos que se esparcen en los alrededores. Incluso reciclan este recurso para hacer los mejoramientos habitacionales.
Para ello se ha creado una cooperativa de trabajo formada por desocupados. Todo lo que se ha hecho está registrado en una carpeta que muestran con orgullo. Pero lo cierto es que los recursos son escasos.
“De no ser por Provincia, este pueblo ya hubiera desaparecido porque no tiene ingresos propios”, reconoce Viviana Zúñiga, que preside la Comisión de Fomento.
“Queremos mostrar a la gente la realidad que vivimos. Con todas las limitaciones que impone el Senasa, el criancero está desapareciendo porque no puede vender lo que produce. Algunos se arriesgan de contrabando”, relata su hermano Claudio.
La luz la brinda una empresa petrolera, el gas es en garrafa y el agua brota de una surgiente. Se proyecta la instalación de una radio para mejorar las comunicaciones, mientras mejoran las viviendas y las aguadas de los puestos además de comprar el pasto que se suministra entre los puestos, aunque no alcance. “Todo nos cuesta mucho”, aseguran.
Pero dicen que a pesar de las dificultades que les presenta el entorno no claudicarán hasta haber logrado todo lo que se propongan. “La gente de Aguada San Roque es un ejemplo de voluntad para superar los condicionamientos agroeconómicos, sociales y políticos”, sostiene el profesor Daniel Pérez.
Quisieran reconvertir la sala de computación es un espacio virtual para educación a distancia y construir una planta que mejore la calidad del agua. Dicen que aspiran a tener un destacamento policial y un polideportivo para un pueblo en crecimiento que tiene alrededor de 100 habitantes y 63 puestos. Ideas tienen y voluntad de sobra para ello.

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