La desvariada política energética

La desvariada política energética

Fecha de Publicación: 06/07/2009
Fuente: La Nación
Provincia/Región: Nacional



El lunes pasado, un día después de la derrota de Kirchner, el presidente de YPF Antoni Brufau, y su CEO, Sebastián Eskenazi, reportaron ante la comisión de valores de los Estados Unidos (SEC, por sus siglas en inglés) el desempeño de la empresa en 2008. El informe fue una descarnada radiografía de la desvariada política energética del Gobierno, cuyo rasgo más nocivo sería la tendencia a intervenir en el mercado. En diciembre de 2007, Brufau había justificado la venta del 15% de YPF a la familia Eskenazi porque era "el socio más idóneo por su experiencia en mercados regulados". Por lo visto, esa estrategia fracasó.
El jueves último, Repsol informó a la Comisión Nacional del Mercado de Valores de Madrid que tal vez se marche de la Argentina. Ese día trascendió una oferta de la China National Offshore Oil Corp Ltd (Cnooc) y de la China National Petroleum Corp para comprar YPF en alrededor de US$ 17.000 millones. Los chinos sí tienen experiencia en mercados regulados.
La enajenación de YPF tiene razones españolas. El 20% de Repsol pertenece a Sacyr-Vallehermoso, una constructora e inmobiliaria que necesita fondos para atravesar la crisis de esa actividad en España. Brufau debe explicarle al presidente de Sacyr, Luis del Rivero, por qué, desde que llegaron los Eskenazi, la rentabilidad de YPF cayó el 60 por ciento. Brufau y Eskenazi expusieron sus excusas ante la SEC: la economía argentina se contrae; la inflación aumenta los costos; la intervención del Gobierno es excesiva; las tarifas domiciliarias están congeladas; debe importarse combustible a precio internacional para venderlo a pérdida; las restricciones a las exportaciones son permanentes. Casi una proclama de la Comisión de Enlace del campo.
Si la oferta de los chinos se concretara en los generosos términos que han trascendido (según los valores bursátiles del viernes pasado, la compañía valía US$ 12.800 millones), los Eskenazi habrían hecho un negocio fantástico. Por su 15%, sacarían alrededor de US$ 2533 millones: US$ 298 millones más de lo que les costó. Hay que recordar, además, que ellos controlan YPF sin poner más que US$ 108 millones. El resto fue financiado por los bancos y por Repsol, que aceptó que le saldaran la deuda con dividendos de la compañía. También los españoles enviaron formidables remesas a sus alicaídos accionistas de Madrid. El año pasado retiraron $ 8200 millones.
Si bien nunca mereció objeciones de la Comisión Nacional de Valores, la táctica de pagar a Repsol las acciones de YPF con dividendos de YPF se volvió inviable por la baja rentabilidad de la empresa. La familia Eskenazi tal vez migre de YPF, como lo está haciendo del kirchnerismo: el comedor de Sebastián, en Diagonal Norte, fue el reducto de Reutemann durante su campaña. "Tenía razón Julio [De Vido], que nunca quiso a los Eskenazi y prefería a Carlos Miguens para YPF", recordó un empresario con pase libre en Olivos.

Argentinización
La argentinización de los Kirchner quedó en la ruina. ¿Qué explicación le darán a Pino Solanas o a esa reencarnación de Scalabrini Ortiz en que se convirtió De Narváez, si China se queda con YPF? Con dificultades para operar en EE.UU. o Europa, ese país se lanzó al Africa, a Irak y puso un pie en Ecuador y Venezuela.
Sin embargo, la venta de YPF a los chinos sigue siendo conjetural. Por ahora, sólo sirve para poner en ridículo la receta en que confiaron Brufau y José Luis Rodríguez Zapatero para aplacar a Kirchner y para demostrar el interés de los españoles por abandonar el país. ¿Aprovechará Kirchner esa ansiedad para nacionalizar activos de la empresa y después revenderlos a sus amigos petroleros?
La novelesca saga de Telecom es similar. Telecom Italia se resignó a vender su participación en la empresa (50%), acorralada por la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia y la Secretaría de Comunicaciones, que le prohibieron ejercer una opción de compra por la mitad que controlan los Werthein y, al mismo tiempo, deshacerse de sus propias acciones (Más información, Pág. 3 de Economía)
Eduardo Eurnekian y Ernesto Gutiérrez fueron, hasta las elecciones, los únicos oferentes en la licitación que administra el CS First Boston. Tiene sentido: dos directivos italianos aseguran que De Vido les indicó: "Si hablan con la gente de Aeropuertos, ellos les pueden resolver el problema de la venta". Después de la derrota de Kirchner, se presentaron al concurso los directivos del grupo Clarín y un fondo del transportista Alfredo Román, que administran Ronaldo Strazzolini (ex Citi) y Tomás Deane (ex Francés-BBVA). Las ofertas rondaron, parejas, los US$ 600 millones.
La operación es otra después de los comicios. Los italianos comenzaron a dudar de que Eurnekian y Gutiérrez consigan el financiamiento que gestionaron en un banco europeo (antes habían recurrido, sin éxito, a Cristóbal López). Además, la oposición promete un escándalo si el Gobierno fuerza la venta de una compañía que factura US$ 3000 millones al año y que controlará el mercado de la TV, la telefonía e Internet. Sobre todo, si los beneficiados son amigos de Kirchner.
También están los que quieren quedar bien con Clarín . La aparición de un competidor que controla el 50% de la telefonía fija es para ese holding un riesgo desmesurado. Por eso, la derrota de Kirchner hizo subir la acción de Clarín : si Héctor Magnetto se queda con Telecom, extenderá de manera temible la plataforma de TV e Internet que ya controla.

Un grito en el cielo
A De Narváez, dueño también de medios, le han recomendado poner el grito en el cielo si el negocio queda en manos de Eurnekian-Gutiérrez. Al parecer, aceptó el consejo.
Ante este nuevo cuadro, la retirada de Telecom Italia de la Argentina, irreversible hace 10 días, comenzó a ser dudosa. Más allá de esta peripecia, la CNDC, que controlan Guillermo Moreno y Ricardo Napolitani, estará en la mira del nuevo Congreso. No sólo por Telecom. Hay diputados que sospechan del comportamiento de esa comisión en el caso de Ciesa, la compañía que controla la transportadora de gas TGS, en la que Petrobras posee un 50%. El holandés Brent de Jong encontró todo tipo de trabas cuando quiso canjear por acciones de TGS los títulos de deuda que adquirió su Ashmore Energy Internacional. Hasta que alguien le recomendó ingresar a Emgasud, la empresa de Alejandro Ivanissevich. Este otro experto en mercados regulados ahora pugna por quitar a Petrobras el control de TGS. Emgasud está bajo la lupa de la Justicia por presuntas irregularidades que la misma empresa publicó en enero, en el prospecto para una colocación de obligaciones negociables. La Anses suscribió el 30% de esas ON.
Ivanissevich estaría detrás de TGN, la otra transportadora que controla Techint. El interventor del Enargas, Ricardo Pronsato, está obsesionado con esas empresas. Necesita que le convaliden los precios de las ampliaciones de gasoductos de 2006-2008. Antes de dejar la fiscalía, Carlos Stornelli denunció ante el juez Ariel Lijo que lo que se había presupuestado en US$ 1427 millones, se adjudicaría por US$ 2347 millones. Como el caso Skanska, esto quedará bajo la lupa parlamentaria. La moda de las comisiones investigadoras vuelve, como siempre que hay una oposición con ínfulas y un Ejecutivo desprestigiado.

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